Beber café, mientras nadie demuestre fehacientemente lo contrario, es uno de los pocos placeres inocuos que quedan. Ahora, además, puede incluso hasta ser mucho más beneficioso todavía porque, además de estimular el cerebro, permitirnos ingerir antioxidantes de manera sencilla y hasta acelerar la pérdida de peso cuando hacemos régimen, puede convertir la siesta vespertina con la que algunos privilegiados se premian en una herramienta para reactivarnos. Loe explican en la revista Cinical Neurophysiology.

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Siesta energética

No vale, sin embargo cualquier sistea: de lo que se trata es de tomar café y, seguidamente, intentar dormir durante veinte minutos. ¿Por qué acostarse justo después? Pues para dormirse antes de que la cafeína empiece a hacer su efecto y mientras la adenosina que hemos acumulado durante las horas de trabajo nos indica que tenemos que parar un rato. La adenosina es una compuesto que produce el cerebro durante sus horas de normal actividad y que, al alcanzar un determinado nivel, nos alerta de la necesidad de descansar un rato.

Combinación perfecta

La adenosina y la cafeína tienen estructuras químicas similares y, si cuando nos echamos a dormir acabamos de suministrar a nuestro cuerpo una dosis extra de cafeína, conseguiremos que, cuando la segunda empiece a generar sus efectos, nuestros niveles de adenosina hayan bajado. Conseguiremos, por tanto, que la siesta de la tarde se convierta en lo que debe de ser: un paréntesis revitalizante y no una sesión de dos horas de sueño con, si es menester, pijama y orinal de por medio. Si no te gusta el café, puedes echar mano del té también o, incluso, de alguno de esos refrecos cafeinados. Va a gustos.