Los tremendos atentados que se han sufrido en Sri Lanka esta pasada madrugada tienen conmocionado al planeta. Los terroristas han hecho explotar varias bombas en iglesias y hoteles de lujo de la capital y algunas de las localidades más importantes del país asiático provocando más de 200 muertos y cerca de medio millar de heridos. Aprovechando que hoy los cristianos celebran el Domingo de Resurrección, los terroristas han puesto uno de sus principales focos sangrientos en dos iglesias, en un país que solo cuenta con un 7% de su población cristiana.

Sin embargo, los ciudadanos de la isla al sur de la India, no están pudiendo enviar y recibir información a través de las redes sociales. Los intentos de los esrilanqueses de ponerse en contacto con otros paisanos o de contar al mundo lo que se está viviendo en el país asiático desde hace unas horas están siendo en vano. Whatsapp, Facebook, Messenger, Instagram, YouTube, Snapchat y Viber, entre otros servicios vinculados a internet han sido bloqueados por las autoridades.

No es la primera ocasión que se decide cercenar la libertad de la ciudadanía en un país que ha sufrido una oleada de atentados o un desastre natural pero supone a sus habitantes un problema añadido a la tragedia. De hecho, Sri Lanka decidió hacerlo hace poco más de un año –en marzo de 2018– cuando la nación vivió un importante brote de violencia.

Según informa a través de su cuenta de Twitter la web especializada  Netblocks.org, las autoridades de Sri Lanka habrían tomado la decisión de bloquear los sistemas de comunicación de sus ciudadanos al poco tiempo de producirse los atentados.

El principal problema que surge tras un bloqueo como el que se ha ordenado establecer hoy va más allá de la ausencia de libertad que supone. Por una parte, los ciudadanos no están pudiendo conocer con rapidez el estado de sus familiares y amigos. Y además, el gobierno se arroga tanto la potestad de limitar la información –hacia el interior del país e internacionalmente–, como de desinformar en función de sus propios intereses políticos.

En este sentido, y pese a que el bloqueo de las redes sociales pueda dificultar posteriores comunicaciones entre los terroristas, la tragedia y la desesperación de los habitantes de Sri Lanka no hace sino aumentar por momentos, al no poder conocer el estado y el paradero de sus seres queridos.