Ya está aprobada: la Ley europea que aspira a delimitar el marco de desarrollo de la IA en los 27 estados miembros de la UE se ha validado este 13 de marzo con 523 votos a favor, 46 en contra y 49 abstenciones. La norma, explican sus promotores, aboga por “la adopción de una IA centrada en el ser humano, digna de confianza y capaz de garantizar un alto nivel de protección de la salud, la seguridad, los derechos fundamentales y la protección del medio ambiente”. Deberán acatarla todas las empresas que desarrollen negocios en la UE y contempla sanciones de hasta 35 millones de euros para quien no respete los límites que fija.

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¿Qué no se puede hacer?

Entre las limitaciones más destacadas figuran las que afectan al uso de sistemas de identificación biométrica o de puntuación social. La IA, detalla la norma, tampoco se podrá usar “para explotar vulnerabilidades de los usuarios”. Los consumidores tendrán derecho a reclamar si consideran que alguna de las empresas con las que se relacionan emplea la IA con fines espurios y, al tiempo, se prohíben explícitamente prácticas como la creación de bases de datos con imágenes faciales obtenidas de Internet o cámaras de seguridad, la activación de sistemas de scoring que puedan servir para vetar el acceso a servicios o productos concretos y, también, cualquier uso que se encamine “a manipular el comportamiento humano”. La educación y la formación, la gestión de fronteras, la justicia, la banca, la sanidad y la administración han sido calificados como ámbitos de “alto riesgo” que serán objeto de especial vigilancia.

¿Qué sucederá?

Aunque la norma, además de restricciones, incluye medidas de apoyo a la innovación, lo cierto es que el espíritu restrictivo de la norma tiene matices proteccionistas que pueden tener efectos perversos, ya que, en un mundo interconectado, las big tech preferirán desarrollar sus productos en territorios con legislaciones más laxas. Marc Vidal, analista económico, es claro: la legislación busca, en teoría, “garantizar que los sistemas de IA existentes y utilizados en la UE sean seguros y respeten los derechos fundamentales y los valores de todos los europeos”; pero, considera, se olvida que la IA es el motor que propulsará “la mayor revolución económica y social que viviremos quienes estamos vivos actualmente”. Para Vidal, “su dimensión será similar a lo que ha supuesto Internet pero multiplicado por 1.000”. Aquí llegados, apunta el analista en su espacio radiofónico de Cope Salida de Emergencia, Europa se enfrenta a un riesgo cierto: “si cuando se inventó Internet la UE hubiese regulado inmediatamente qué se podía hacer y qué no sin saber qué iba a ser Internet veinte años después, Europa habría perdido el tren del futuro”. Europa, concluye, sólo aporta “regulación” mientras China y USA se compiten para liderar este nuevo ámbito de desarrollo. Europa, con esta norma, se revela como “un continente carca y miedoso”, detalla Vidal.

Con todo, a la norma aún le queda recorrido: el texto final deber ser adoptado formalmente por el Consejo Europeo y publicado en el Diario Oficial de la UE.