Lo dice la Organización Mundial de la Salud: los productos cárnicos procesados, son potenciales carcinógenos. Entre ellos, conviene recordarlo, se encuentran productos que tomamos por sanos como los fiambres de pavo o cerdo que se hacen pasar por jamón cocido. El jamón serrano, que de momento no es adulterable, no tiene mayor problema que lo de engordar si comes mucho.

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¿Por qué los fiambres son problemáticos?

Pues porque cuando se trata de ellos, a diferencia de lo que sucede con el jamón serrano, sí que resulta fácil combinarlos con diversos productos que, aunque mejoran el sabor y el color de las carnes de escasa calidad con la que se elaboran, tienen según la OMS relación directa con algunos cánceres como, por ejemplo, los de colon y recto. Tanto lo que nos comemos pensando que es sólo jamón cocido o lo que ingerimos creyendo que es simple pechuga de pavo llevan muchos añadidos que no son ni pavo ni cerdo. Y aunque la carne (buena) de pavo y cerdo comportan beneficios para la salud cuando se consumen, los fiambres de pavo y cerdo no

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Almidones añadidos, azúcares, harinas refinadas y mucho más

Confundir carne de pavo o jamón cocido con fiambre es mala idea porque este tipo de producto raramente contiene porcentajes de carne superiores al 50% y, por eso, muchos dietistas desaconsejan consumirlo. ¿Tienen algo de malo? No, porque como todo producto elaborado han pasado múltiples controles, pero no conviene equivocarse: si comes fiambres porque te gustan, estupendo pero, si lo haces creyendo que cuidas tu salud, mejor olvídalo. Ya sabes: o pechuga de pavo fresca, o jamón york del bueno o, por supuesto, jamón serrano, que ahí no se puede añadir nada.