Igual todavía te queda alguna por casa; pero, si las has hecho, este año te han salido más caras que los anteriores porque la mayoría de sus ingredientes han subido y, los que han bajado, lo han hecho en porcentajes mínimos: en estos tiempos inflacionarios que encarecen especialmente los alimentos básicos  ni siquiera las torrijas, los buñuelos y los crespillos aragoneses se han salvado de las subidas.

Torrijas / Wikimedia Commons
 

El aceite, fundamental

Todos estos dulces dos ingredientes que los hermanan: el aceite de oliva y la harina o el pan, que es su derivado principal. Durante 2023, según datos de RTVE, el aceite de oliva subió un 54,6%, los huevos incrementaron su precio en un 4,4% y el pan subió un 2%, mientras que la harina bajaba en un porcentaje (2%) idéntico. Las verduras frescas –en los crespillos aragoneses se incluye borraja- subieron un 13,2%. Lo único que bajo fue la leche, pero lo hizo en un exiguo 0,1%. Llueve además sobre mojado porque, en el año anterior, los incrementos de precio de estos alimentos fueron más que notables:  en 2022, la leche subió un 33%; los huevos, un 28%; el pan, un 13% y la miel, en torno a un 10% en función de la variedad. El aceite, ingrediente clave de todas estas frituras tradicionales subió en 2022 un 34%. Si se suman porcentajes, el total asusta: 88,6% de subida para el aceite en dos años.

Alternativa

Ante tal desbarajuste, sólo queda una alternativa: echar mano de otras grasas vegetales como, por ejemplo, los aceites de semillas. El de girasol, por ejemplo ha visto reducido su precio en cerca de un 30% durante los últimos doce meses. Ahora, bien, todo es cuestión de gustos: mi abuelo, que era muy de hacer churros –se hacen con harina, agua, sal y aceite de oliva para freírlos, casi los mismos ingredientes que los dulces propios de Semana Santa- consideraba el uso de aceites alternativos como motivo de excomunión. Si tenemos en cuenta que, además de por sus ingredientes, todas estas recetas tradicionales están hermanadas por su capacidad evocadora; ya es cosa de cada uno como los prepare, pero no es plan de molestar a quienes ya no nos acompañan. Sea como fuere, hay un culpable. Y no es otro que el mismo que presume de unas cifras económicas que, cuando toca llenar la cesta de la compra, se revelan como dudosas.