El ladrido, conviene tenerlo en cuenta, no es el equivalente al habla humana, aunque sí es una forma de comunicar emociones. En este sentido, se parece más al lloro o al grito que al habla. Forma parte, de hecho, de la gama de expresiones que un perro emplea para comunicar sus estados de ánimo y emociones. Las otras son el aullido, el gruñido y el sollozo.

Perro feliz

 

Se contagian

Con todo, y aunque el ladrido no es algo que ningún perro utilice para interactuar con otro animal o con un humano, sí que se contagia. En tanto que herramienta para expresar emociones y, al ser los perros animales capaces de empatizar –compartir emociones- con sus semejantes, el ladrido de un perro puede hacer que otro can que se encuentre en las inmediaciones se sume a él.

¿Para qué sirven?

Los ladridos, a decir de etólogos y educadores caninos, permiten canalizar el miedo o la ansiedad que siente un perro. Los ladridos vinculados al miedo implican un aviso: con ellos, el animal advierte a alguien (o algo) que considera un peligro que no se acerque a él. Habitualmente, este ladrido se acompaña de gruñidos, que también tienen función de advertencia. El ladrido vinculado a la ansiedad significa justo lo contrario y se diferencia del asociado al miedo por ser más agudo. Con este segundo ladrido, el animal pide algo: que alguien se acerque, que le faciliten el acceso a algo que necesita o, simplemente, que estén pendientes de él. Sea como fuere, tanto un tipo de ladrido como él otro puede ser molesto para los humanos, así que, lo más conveniente, es mantenerse alejado de un perro que procede de este modo y esperar a que se calme para interactuar con él. Así, el animal entenderá que sus ladridos no permiten obtener recompensa alguna.