El fracaso fue notabilísimo: AI Steve, el avatar telemático de un viejo conocido de la política inglesa que, en las últimas Elecciones británicas quedó peor (0,3% de los sufragios) que Ciudadanos (07%) en las Europeas, pero su ejemplo no desanima a los aventureros de la política. El escenario ha sido ahora Cheyenne (65.000 habitantes), capital del estado de Wyoming. Allí, un excéntrico especialista en inteligencia artificial llamado Victor Miller ha creado un chatbot impulsado por ChatGPT al que trató convertir en alcalde de la ciudad. El desastre, como en el caso británico fue mayúsculo.
Menos de 350 votos
El resultado se quedó muy corto (327 votos frente a los 6.286 del ganador Patrick Collins, que aspiraba a la reelección). De poco sirvió una campaña en la que Miller calcó lo que Steven Endacott hizo en Gran Bretaña: concurría a los comicios a modo de ‘hombre de paja’ de un chatbot (VIC, se llamaba) que sería, según explicó Miller, quien hubiese tomado las decisiones en caso de haber sido otro el resultado. Según Miller, su chatbot acreditaba un coeficiente intelectual de 155 y conocía la ley “mucho mejor que personas que actualmente trabajan en el gobierno”.
OpenAI, en contra
La excentricidad de Miller no pasó desapercibida en OpenAI, que desactivó una primera versión de avatar indicando que ChatGPT no se ha creado con fines políticos. Miller, a continuación, creó otra. Poco antes de los comicios, se lamentaba de la situación y aseguraba que los directivos de OpenAI habían convertido su experimento político en una batalla a favor del código abierto. Aún y con la derrota, Victor Miller no ceja en su empeño y pretende fundar, dice él, una entidad que se llamará Rational Governance Alliance. Su objetivo no será otro que incorporar la IA a la toma de decisiones políticas. Pese a su fracaso, según todo indica, Miller ha conseguido una notoriedad que, si se administra bien, puede llegar a servirle para ganarse la vida durante unos cuantos años como tertuliano, consultor o similar.