Al papel, alguien se la tiene jurada. Tras décadas intentando matar para siempre a los periódicos y las revistas (y están cerca de conseguirlo) y con todo listo ya para liquidar los billetes, el siguiente objetivo son los prospectos de los medicamentos. Es más operativo, dicen, y, también, más barato, aunque eso no hace falta que lo digan ellos: ya lo sabemos. El problema es que, para según quien, no es ya que sea incómodo: es que también es inaccesible.

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La excusa

La pretensión se articula a partir de una circunstancia: durante el otoño del año pasado, la escasez de papel en el mercado hizo que las farmacéuticas no pudiesen lanzar al mercado (eso dicen, al menos) grandes volúmenes de lotes de medicamentos. Ante tal situación, acudieron a la UE, que sigue ciega en su camino de liquidar el dinero en papel, y a los jerarcas europeos no les pareció mala cosa la idea. Bien visto, las ventajas son múltiples: eliminas problemas de suministro, ahorras dinero y digitalizas la información para, si hace falta, poder modificarla más deprisa, porque no es lo mismo imprimir un millón de prospectos que serigrafiar un millón de códigos QR.

Y, sí, lo habéis adivinado: el sustituto del venerable prospecto es esa antipática tecnología que está a punto de liquidar algo tan agradable de leer y ver como las cartas de los restaurantes. La reciente pandemia también ayuda porque, ya se sabe, el papel (dicen) es fuente de infecciones según cómo. Eso dijeron, de hecho, de los periódicos, aunque luego se demostró lo contrario, pero por el camino, la mitad de bares y cafeterías de España encontró la excusa que les faltaba para dejar de comprar diarios.

Los problemas

La iniciativa, por supuesto, también tiene desventajas y la más importante es que hurta información que puede ser vital a personas vulnerables y poco hábiles con las TIC. Esas personas, además, son habitualmente las que más medicamentos consumen, porque suelen ser las más mayores. Por eso, el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos ha tomado cartas en el asunto y ha pedido que, de momento, el prospecto en papel no se elimine y combine con los códigos QR, pero la decisión ya está tomada: es, como con tantas otras cosas, una cuestión de tiempo. En breve; ni billetes, ni periódicos, ni cartas en los restaurantes ni, tampoco, prospectos. Menos mal que ni tus padres ni los míos tendrán que tragar con eso.