El patrimonio que se encuentra fuera de los núcleos urbanos es demasiado a menudo muy desconocido pero, para conservarlo de manera adecuada, hay una ciencia aplicada que puede ayudar: la cartografía. Utilizarla es, precisamente, lo que está haciendo ahora mismo a la Generalitat de Catalunya mediante su Dirección General de Ordenación del Territorio en el Alt Penedès. En el término de Gelida, mediante la elaboración de un catálogo de construcciones en suelo no urbanizable, ha identificado 39 elementos que merecen catalogación.

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Construcciones rurales

Los catálogos, mediante observaciones in situ o, también, utilizando tecnologías como la geolocalización, el mapeado con drones y la gestión de datos; identifican aquellas construcciones rurales situadas en suelo no urbanizable susceptibles de ser reconstruidas o rehabilitadas por sus valores arquitectónicos, históricos, ambientales, paisajísticos o sociales. En el caso de Gelida, de las 39 edificaciones catalogadas, 20 se sitúan en suelo agrícola, tres en suelo forestal, seis en el ámbito fluvial y 10 más en ámbitos de la Red Naturaleza 2000 o del Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN).

Datos

Cada construcción cuenta con su ficha individualizada, que describe la ubicación, situación actual y elementos más representativos. Además, establece los usos y actividades admitidos en cada masía y se especifica si cada una de ellas se podrá dedicar a vivienda, turismo rural, hotel, restauración, educación, equipamiento comunitario, profesiones liberales, servicios corporativos o a acoger vivienda con actividad económica de uso turístico. Las fichas individualizadas también incorporan las condiciones en que se tendrá que llevar a cabo la rehabilitación de cada masía, la ordenación del entorno, el acceso, el aparcamiento y la dotación de servicios. Sin estas herramientas, muchas de las masías que recuerdan cómo se explotó el territorio en Catalunya hasta hace no mucho, serían solo un recuerdo.