Los ordenadores –como los móviles, los televisores o los coches– no son eternos y cada cierto tiempo nos vemos obligados a cambiarlos. Las razones pueden ser muy diversas, desde que ya no funcionan como al principio, pasando porque necesitamos otro de mejores prestaciones o simplemente porque se han quedado algo anticuados para la velocidad a la que avanza la tecnología.

En ocasiones, simplemente nos deshacemos de ellos llevándolos a un punto limpio pero también se los cedemos a amigos o a chicos en edad escolar para que los aprovechen como su primera computadora. En todo caso, conviene siempre borrar todas las huellas que hemos ido dejando en el ordenador con el paso de los años. El uso normal del mismo va haciendo que se almacenen muchos datos de los que ni siquiera somos conscientes y que, de saberlo, seguro que no nos gustaría que fueran revelados a terceras personas.

Primero guardar

Tanto si somos usuarios cuidadosos como si apenas prestamos atención a lo que hacemos con el ordenador o a lo que vamos almacenando en él, deberíamos guardar los archivos que consideremos importantes antes de borrar nada.

Si eres de los que prefiere tener contigo todo aquello que quieres guardar, haz copias físicas en discos duros externos, memorias USB, tarjetas SD o en los clásicos discos de DVD. Podrás pasar del ordenador a esos soportes archivos como películas, fotografías o documentos de Word, Excel o PDF. En definitiva, cualquier cosa con la que quieras seguir contando en un futuro.

Otra opción, cada vez más utilizada y segura, es la posibilidad de subir a la nube los archivos. Servicios como el OneDrive de Windows, Google Drive, Dropbox o MEGA son algunos de los más populares y tienen versiones gratuitas de las que te puedes aprovechar. Para las fotos, está muy bien Google Fotos.

Si tienes mucho que guardar y no te cabe todo en alguno de ellos, puedes repartir los archivos entre varias de las cuentas mencionadas o bien subirlos todos a uno solo previo pago de una cantidad módica en cualquiera de ellos. Al fin y al cabo, si tienes que recurrir a una suscripción de pago, piensa que el almacenamiento físico en discos duros u otros soportes físicos también tienen un coste de adquisición.

Acabar con todos los rastros

Ya has puesto a salvo todo lo que querías conservar. Ahora solo te queda dejar el ordenador como cuando lo compraste: sin nada en él que te relacione con el mismo.

Para ello, si eres usuario de Windows, tienes que ir a Restablecer mi PC. Se trata de una opción a través de la cual dejarás el ordenador libre no solo de archivos sino de contraseñas y cualquier dato personal que se haya ido almacenando con el paso del tiempo.

Para saber llegar a Restablecer mi PC sigue esta ruta: Configuración > Actualización y seguridad > Recuperación> Restablecer este PC > Comenzar. Desde allí te encontrarás con tres posibilidades distintas:

- Mantener mis archivos. Si recurrimos a esta opción, reinstalamos Windows y se eliminarán tanto las configuraciones como las aplicaciones instaladas, pero no desaparecerán los archivos personales que se guardan en las carpetas por defecto.

- Quitar todo. Con esta posibilidad, reinstalemos Windows en su última versión (incluyendo las actualizaciones). Se eliminarán las configuraciones y aplicaciones y desparecerán  todos nuestros archivos. O sea, Windows quedará como si estuviera como cuando estrenamos el ordenador. Es una opción que tarda más en ejecutarse (puede llegar a durar unas dos horas), pero salvo que quien reciba el ordenador sea un hacker o similar, no podrá recuperar tus datos.

- Retirar la memoria de almacenamiento. Si a pesar de todo, no tienes del todo claro en manos de quién puede acabar cayendo tu ordenador, lo más seguro es extraer el disco de almacenamiento y quedártelo tú mismo o destruirlo físicamente. También puedes reescribir datos sobre el mismo a través de un formateo del disco.

Si tienes un mac, restáuralo a los ajustes de fábrica borrando el disco duro y volviendo a instalar el sistema operativo macOS. Cuando se haya reinstalado, el ordenador volverá a encenderse y te pedirá que lo vuelvas a configurar. No lo hagas, simplemente pulsa la combinación Comando-Q y así apagarás el mac.