El litio, si la revolución verde sigue adelante, va a ser imprescindible (si no lo es ya) para nuestras actividades cotidianas, porque vamos a depender de las baterías que utilizan este mineral tanto o más de lo que dependemos hoy del petróleo. Para abastecer la demanda mundial, se calcula que va a hacer falta abrir unas 400 nuevas minas en todo el planeta y, parece, dos de las más grandes van a estar en Extremadura. Mientras esos proyectos avanzan (o no) el litio incrementa su precio hasta niveles estratosféricos y China, país que muchos consideran va a convertirse en la nueva potencia hegemónica, intenta acaparar el control de las reservas mundiales de litio. Como si fueran Freddie Mercury, lo quieren todo, lo quieren ya y van a pagar lo que haga falta porque tiran con la pólvora que les pagamos nosotros comprándoles todo lo que producen, por inútil que sea.

Litio
Litio

¿Cuánto ha subido el litio?

Desde 2020; y si nos fijamos en el carbonato de litio, el compuesto más utilizado por la industria; un 1.150%: en 2022, ha lelgado a costar más de 78.000 euros y en 2012 no llegaba ni a 5.000. Existe también otro compuesto, la espodumena –litio parcialmente procesado- que sale más barato y se comercializa a unos 8.000 euros la tonelada. Ahora mismo, China se ha cedido por este material y sus compras del mismo han crecido un 78% en relación a las de 2022. ¿Por qué es más barata? Pues porque requiere un tratamiento que incluye procesos de concentración, purificación y precipitación que permiten extraer de ella cloruro de litio, bromuro de litio e hidróxido de litio. El precio de este último, también se ha disparado.

¿Qué hace China?

La estrategia china es simple: identifica yacimientos, los adquiere y, con ello, consigue una mayor capacidad de control de las reservas mundiales y, lo que es más importante, de los precios. La presión sobre los fabricantes de baterías crece y se traslada hacia los fabricantes de coches y otros aparatos que las utilizan y la inflación crece en Occidente. El litio, parece, puede acabar convirtiéndose en el nuevo petróleo ¿Hay solución? Sí, y pasa por, por ejemplo, no poner trabas a proyectos impulsados desde Europa y por firmas europeas como los que están en marcha en Extremadura. La suficiencia energética siempre ha sido un buen negocio y el ultraecologismo también. Pero este último, sólo para unos pocos: quienes lo practican.