Enviar un mensaje claro en medio del océano ha sido, hasta ahora, casi tan difícil como susurrar un largo mensaje a una persona que se encuentra al otro lado de un tumulto de gente gritando. Sin embargo, un grupo de científicos chinos acaba de romper esa barrera con un hito realmente sorprendente: transmitir datos de manera acústica bajo el agua a lo largo de 600 kilómetros y sin cometer ni un solo error.

China consigue una comunicación submarina sin errores

La proeza, publicada este mes en la revista científica Acta Acustica, no solo bate marcas previas, como las del experimento de la Armada de Estados Unidos en 2010 que alcanzó los 550 kilómetros con errores mínimos, sino que lo hace con una nitidez perfecta. A efectos prácticos, es como si se hubiese conectado una línea directa de comunicación entre Taipéi y la base militar estadounidense en Okinawa. Y no es ninguna metáfora.

La clave del experimento, que ha sido liderado por el profesor He Chengbing de la Universidad Politécnica del Noroeste y del que se habla en el medio South China Morning Post, reside en una serie de innovaciones tanto de algoritmos como de hardware. En lugar de enviar un mensaje que el mar puede deformar con ecos, turbulencias y ruidos, el sistema chino analiza el entorno sonoro, toma “instantáneas acústicas” del canal y las ajusta como si estuviese haciendo más nítida una foto borrosa. 

Esquema del experimento realizado por científicos chinos para impulsar una comunicación submarina acústica
Esquema del experimento realizado por científicos chinos para impulsar una comunicación submarina acústica

A eso se suma una matriz de hidrófonos conectada a una boya y un protocolo de codificación QPSK que permite mantener una velocidad de transmisión de 37,5 bits por segundo. Las pruebas fueron realizadas a una profundidad media de 5.500 metros, en un punto que no se ha especificado, y el sistema demostró tasas de error cero tanto a 325 como a 595 kilómetros de distancia. 

Técnicamente, se utilizó una fuente de sonido de 176 decibelios en frecuencias extremadamente bajas, un detalle que permitió evitar la atenuación severa que sufre el sonido en el agua. Aun así, el avance tiene ciertas limitaciones. Por ejemplo, el procesamiento de cada transmisión requiere una potencia de cálculo del orden de los teraflops, lo que hace que su uso en dispositivos pequeños o en tiempo real sea poco viable en estos momentos. Además, cambios bruscos en las condiciones marinas, como tormentas, pueden desestabilizar el canal acústico. 

Este avance se enmarca dentro de programas como Océano Transparente y BeiDou Submarino, con los que China busca desplegar redes de vigilancia, navegación y comunicación submarina de gran escala. La universidad parece tener un importante papel estratégico en la defensa naval del país, con lo que cabe preguntarse: "¿Estamos ante el principio de una nueva era en la guerra submarina o simplemente frente a un avance civil con potencial científico?"