Reconocimiento facial, geolocalización, cámaras minúsculas capaces de grabar cualquier cosa con calidad máxima, drones, inhibidores de frecuencias y podría seguir hasta cerca del infinito, porque se ha visto de todo ¿Qué os parece? ¿La lista de novedades que se han presentado en la última edición del IFA de Berlín? Pues no, es una lista, pero es otra: es la que detalla las sofisticadas herramientas con las que la policía china está batiéndose con los manifestantes que estas semanas llenan las calles de las principales ciudades del gigante asiático para protestar por unas restricciones vinculadas la pandemia que nadie entiende allí porque, a través de las televisiones, ven que aquí ya las hemos olvidado

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Todo un arsenal

En Pekín, Shanghai y Guangzhou; tres de las ciudades que mayor cantidad de protestas han registrado, se tienen constancia de la utilización de sistemas de geolocalización mediante los que se ha identificado con nombre apellidos a todas las personas que se han movido, estos días y a las horas de las protestas, por las zonas en las que éstas se realizaban. Las autoridades, incluso, se han puesto en contacto con ellas para advertirles, identificarles o, incluso, detenerles. El método exacto utilizado se desconoce: pueden haberse identificado los móviles o, también, los códigos sanitarios que se utilizan en China para acceder al transporte público. En otras ciudades no se ha llegado tan lejos, pero los vídeos registrados por las cámaras de seguridad de la zona o, también, por las cámaras minúsculas que acostumbran a portar los agentes, se han analizado con sistemas de reconocimiento facial que han permitido identificar la los líderes de las protestas y a los manifestantes más activos. Igualmente, se han utilizado drones de vigilancia.

Teléfonos confiscados

Y, así, una vez identificadas ya las personas que las autoridades consideran más inquietantes para el régimen comunista o, directamente, peligrosas, el segundo paso estaba claro: requisar móviles, interrogatorios previa cita con los identificados y monitorización y análisis exhaustivo de sus cuentas de mensajería instantánea (Telegram, Line, WhatsApp y cualquier otro). La policía ha conseguido, incluso, acceder a los sistemas encriptados de los manifestantes. Los barridos telefónicos, en redes y en comunidades virtuales están al orden del día. La privacidad, en China, nunca ha sido algo especialmente respetado pero, de aquí en adelante, lo será aún menos porque las tecnologías, que nadie lo olvide, son hoy mucho más útiles para frenar una protesta que la tanqueta antidisturbios más eficaz.