China ha presentado el chip Hygon C86-5G. Estamos ante un procesador de 128 núcleos, capaz de ejecutar 512 hilos simultáneamente mediante la técnica de multihilo de cuatro vías, también conocida como SMT4. Se trata de una cifra que dobla la capacidad de procesamiento de los chips de Intel y AMD, que operan con SMT de dos vías y que representa un hito en la carrera por la autosuficiencia tecnológica del gigante asiático. 

China afila su independencia tecnológica con un superchip de 128 núcleos

La noticia es llamativa en cuanto al rendimiento del procesador, pero tenemos que decir que este chip no llega solo. Su creación es el resultado directo de la fusión entre Hygon, fabricante de semiconductores, y Sugon, empresa especialista en supercomputación. Con la llegada de Hygon C86-5G, podemos hablar del nacimiento de un ecosistema 100 % chino, capaz de diseñar, construir y operar sistemas de alto rendimiento sin recurrir a tecnología estadounidense.

Pero, ¿cuál es el origen de este movimiento? Para explicarlo de manera correcta, tenemos que remontarnos al año 2016, cuando Hygon obtuvo la licencia de la arquitectura Zen de AMD y comenzó a desarrollar su propia familia de procesadores, bautizada como Dhyana. Aquellos chips fueron respaldados por desarrolladores del kernel de Linux y adoptados por empresas como Tencent. 

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A partir de ellos, Sugon construyó máquinas que llegaron a entrar en el Top 500 mundial de supercomputadoras. Este fue el primer paso que demostró su viabilidad. Ahora, con el Hygon C86-5G, ambas empresas dan buena muestra de su madurez.  Y hablando del nuevo chip, este mejora un 17 % el número de instrucciones por ciclo respecto a su predecesor, incorpora soporte para hasta 1 TB de memoria RAM y ofrece conectividad moderna al nivel de los grandes fabricantes occidentales.

La fusión entre Hygon y Sugon es una jugada estratégica, que va más allá de la pura tecnología. Dado que ambos grupos están en las listas de entidades restringidas por Estados Unidos, su integración vertical les permite sortear cuellos de botella, ganar autonomía y blindarse frente a futuras sanciones. 

Esta lógica ya ha sido adoptada por gigantes como Google, Amazon o Microsoft, que desarrollan sus propios chips para centros de datos, pero en el caso chino responde también a una cuestión geopolítica: reducir al mínimo la dependencia de componentes extranjeros. Pekín tiene en sus manos controlar su destino tecnológico y gracias a lanzamientos como el del procesador Hygon C86-5G, parece listo para competir en sus propios términos.