El carbón, aunque se le demonice, tiene múltiples usos y la producción de energía es sólo uno de ellos. Como el petróleo, permite producir diferentes compuestos y, tanto es así, que existe un subsector de la industria química básica denominado carboquímica que, por ejemplo, permite obtener productos tales como brea, naftalina, alquitrán, aceites técnicos, fenoles, coque y, también, gases que se emplean para producir amoníaco, metanol, fibras sintéticas y hasta plásticos. Ahora, y gracias a un estudio llevado a cabo en Estados Unidos, se ha descubierto que también puede desempeñar un papel clave para producir los dispositivos electrónicos del futuro.

 
Carbon
 

 

¿Por qué?

Del carbón, por ejemplo, pueden obtenerse discos de carbono nanométricos que se conectan para formar membranas tan finas como el grosor de un átomo, algo que resulta especialmente útil en un momento en el que los fabricantes de dispositivos electrónicos pugnan por conseguir productos cada vez más pequeños, rápidos y eficientes. Un dispositivo que emplea aislantes ultrafinos con un grosor equivalente al de uno o dos átomos como máximo funciona más rápido y consume menos energía que los convencionales. Y, hace nada, hasta Elon Musk afirmaba que, si no median cambios, en breve llegará el momento en el que no se disponga de capacidad de generación energética suficiente para alimentar a todos los dispositivos de que dispondremos, especialmente a los coches eléctricos y los sistemas de IA generativa.

314 el carbon de combustible contaminante
 

En Illinois

Así, una investigación conjunta de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, el Laboratorio Nacional de Tecnología Energética (NETL), el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, estas tres instituciones de Estados Unidos, y la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, ha demostrado cómo el carbón puede desempeñar un papel vital en los dispositivos electrónicos de próxima generación.

El equipo de investigadores utilizó capas de carbono derivadas del carbón en transistores bidimensionales construidos sobre el semimetal grafeno o el semiconductor disulfuro de molibdeno para permitir una velocidad de funcionamiento del dispositivo más de dos veces superior al de los convencionales y con un menor consumo de energía. Otra aplicación que ha estudiado el grupo son los memorresistores, componentes electrónicos capaces tanto de almacenar datos como de operar con ellos y que se perfilan como una pieza clave para mejorar bastantes sistemas de inteligencia artificial. ¿Volveremos pronto a considerar el carbón tal que oro negro?