En Andalucía están empeñados en quitarse de encima todos los sambenitos y reivindicarse como la región dinámica que fue siempre excepto durante los oscuros, para esa región al menos, años que van desde la Guerra Civil a 1992. Así, la misma tierra que vio cómo en la Málaga de finales del XIX y primeros del XX funcionó un emporio siderúrgico y localidades como Linares y Peñarroya (Córdoba) despuntaban como focos industriales, se agarra ahora a la innovación para recuperar el terreno que en su día se perdió: después de que Sevilla haya sido elegida como sede de la Agencia Espacial Española y, por ejemplo, industrias como la de la del hidrógeno aplicado a la movilidad o la aeronáutica tengan en Andalucía uno de sus principales focos, la región se sube al tren de la fusión nuclear.

Acuerdo transnacional

Así, la Universidad de Sevilla desarrolla un proyecto denominat Smart Tokamak que contempla la creación, de la mano del Centro de Innovación Universitaria Andalucía-Algarve-Alentejo, de un reactor de fusión de pequeño tamaño y gran eficiencia que, si todo sale como se espera, podría estar conectado a la red dentro de diez años.

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¿Por qué Tokamak?

El término Tokamak hace referencia a la tecnología empleada en el reactor para acercar los núcleos atómicos lo suficiente como para que éstos se fusionen. En sí, lo que se plantea es un reactor de confinamiento magnético de forma esférica en el que átomos de deuterio y tritio se fusionarán para generar helio y energía. Tanta como, en concreto, 17,6 megaelectronvoltios (MeV)

Quinientos millones de euros y diez años

De momento, el equipo encargado del proyecto maneja un presupuesto inicial de cinco millones de euros, pero durante los diez años de trabajo que se han planificado se de por hecho que harán falta hasta 495 millones más. Si todo sale como se espera, España (y Andalucía) se colocarán el frente de esa tecnología que muchos saludan como el Santo Grial energético: la fusión nuclear. La iniciativa se enmarca en un proyecto global denominado Fusion2Grid que cuenta con la participación de instituciones como la Universidad de Princeton, el Centro para Energía de Fusión de Culham o la Universidad de Seúl