Ahora mismo, en el mundo quieren miles de aviones fantasma cada día. Todo empezó con la pandemia del coronavirus. Con el confinamiento no había viajeros, pero los aviones de todos modos volaban vacíos porque las aerolíneas estaban obligadas por contrato a hacer las rutas. Si no lo hacían, perdían los acuerdos comerciales con los aeropuertos y las concesiones de las franjas horarias. El problema es que casi dos años después la situación sigue siendo la misma, con grandes consecuencias que eso comporta al medio ambiente. Hoy por hoy, y sin ningún tipo de miramiento, a las compañías les sale más a cuenta operar vuelos sin tener ganancias que perder los derechos de despegue y aterrizaje.

Antes de la pandemia, la Unión Europea exigía en todas las aerolíneas que operaban en Europa utilizaran como mínimo el 80% de sus franjas horarias con el fin de tener el derecho a mantener sus vuelos. Con la llegada de la Covid, este porcentaje se redujo hasta el 50%, pero a pesar de la nueva normativa todavía hay aerolíneas que tienen complicaciones para alcanzar la cuota por culpa de la baja demanda, especialmente con la llegada de la variante ómicron. En consecuencia, sólo en la UE, este invierno han volado más de 100.000 aviones fantasma y las emisiones que han generado son equivalentes a las emisiones anuales de más de un millón y millón de coches. En el estado español se calcula que el porcentaje de quieres que van vacíos es del 11%.

Algunas entidades como Greenpeace han denunciado este sin sentido y calculan que el número total de vuelos fantasma a Europa genera 2,1 millones de toneladas de CO2. De hecho, en algunos países como el Reino Unido ya se han registrado peticiones oficiales en el gobierno porque pones fin a esta práctica, pero de momento ninguna institución ha tomado todavía partido, La Unión Europea, por su parte, ha defendido el sistema actual, ya que consideran que alivia a las aerolíneas al mismo tiempo que preserva la competencia.

Aviones Iberia aparcados aeropuerto Barajas EUROPA PRESS

Y es que no se trata de una cuestión sencilla, ya que el sistema de concesiones es muy complejo. En los aeropuertos operan centenares de compañías y rutas, muchas sincronizadas con vuelos de conexión. Eso hace que sea un sistema complicado de administrar y, por lo tanto, las asignaciones es hacen cada mucho tiempo. Cambiar la planificación sería muy difícil y es por eso que las aerolíneas tienen tan poca flexibilidad para introducir o suprimir rutas, incluso en ocasiones tanto excepcionales como esta.

Subida de precios

A consecuencia de eso, algunos expertos y la misma patronal de aerolíneas auguran que de aquí poco veremos cómo el mercado de la aviación hace un cambio radical. En los ultimos meses, para responder a la falta de movilidad acarreada por la pandemia las aerolíneas habían adoptado estrategias agresivas ofreciendo vuelos a precios muy bajos. Pero la situación se ha alargado demasiado y ahora hay que sumarle el aumento de los costes: la inflación y el incremento el aumento del precio del petróleo encarecerán el precio de los billetes.

Así pues, si la crisis de suministros y la inflación continúa por este camino podríamos tener que decir adiós a los vuelos low cost, que durante años han democratizado los viajes entre la ciudadanía. Es posible que volvamos atrás y volar vuelva a estar reservado por algunos bolsillos y que sea inasumible por|para otros.