¿Qué información compartimos en Twitter? ¿Cómo y qué comunicamos? ¿Dónde va todo lo que decimos? En el 2011, la revista Science publicó un trabajo que analizaba los tuits escritos por más de dos millones de personas en 84 países y concluyó que nuestro tono emocional sigue un patrón similar al margen del lugar de procedencia: nos levantamos de buen humor, después esta energía decae hasta que antes de volver a la cama vuelve a aumentar. En el 2017, la Universidad de Bristol analizó 800 millones de tuits en un estudio parecido y el año pasado el Gobierno mexicano anunció que había desarrollado una herramienta para "interpretar la emotividad subyacente en los mensajes que se publican en la plataforma digital Twitter".

Sin embargo, ¿qué tipo de información podemos esperar de estos estudios y de las redes sociales? El neurocientífico y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, Diego Redolar, se muestra prudente: "Un tuit puede reflejar el estado de ánimo, pero no hasta el punto de poder decir cómo se siente alguien en función de lo que escribe. Incluso para un profesional de la psicología o de la psiquiatría conocer el estado de ánimo de una persona es una cosa muy complicada. Yo diría más bien que las redes nos muestran determinados patrones de conducta".

"Pueden reflejar un estado de ánimo"

Un escepticismo similar muestra al experto en redes sociales y profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, Ferran Lalueza: "Los tuits pueden reflejar una parte de nuestro estado de ánimo, incluso más de lo que nos imaginamos, pero los estudios que se han llevado a cabo tienen serias limitaciones. Se centran en cómo los estados de ánimo van evolucionando a lo largo del día o en determinado periodo del año, de manera que utilizan usuarios muy activos que no representan al ciudadano de a pie".

Aunque este no es el único problema de estos estudios, tal como señala Rodar "están haciendo muchos empresas como Google o Facebook con finalidades comerciales. Quieren saber qué producto tienen que ofrecer a cada persona e incluso el momento exacto en que le interesará más. Tienen acceso a los datos porque los usuarios dan su permiso al aceptar las condiciones de estos servicios".

Lalueza también reconoce que se están utilizando mucho estos estudios con finalidades comerciales, pero considera que en las redes se trabaja más con un sistema de acierto y error: "Cada empresa o institución tiene su público. A la hora de buscar, por ejemplo, qué día o qué momento es mejor para enviar un mensaje y atraer la atención, se suelen hacer pruebas. Se envía el mensaje un lunes y, si nadie hace caso, se repite un martes o se vuelve a insistir el miércoles. Así hasta que poco a poco encuentran el día y la franja horaria en que hay más posibilidades de alcanzar los objetivos que se hayan marcado".

¿Cómo influyen las redes en nuestro estado de ánimo?

Otro aspecto quizás más importante y, por descontado, mucho más estudiado es justo el contrario: como Twitter y las otras redes sociales pueden influir sobre nuestro estado de ánimo y nuestra vida en general. "La psiquiatría y la psicología están analizando bastante estas influencias los últimos años. Por una parte, las redes pueden beneficiar familiares y enfermos de afecciones de baja prevalencia (enfermedades raras) para encontrar apoyo, acceso a servicios, recursos, etc," asegura Rodar. En otros casos, el efecto no es tan positivo, según el mismo experto: "También pueden comportar un riesgo en poblaciones muy concretas".

Hay otros aspectos cuyas consecuencias todavía no están claras. Rodar pone este ejemplo sobre como la tecnología y las redes transforman nuestras vidas: "En Barcelona están haciendo un estudio con centenares de personas en colaboración con la Universidad Harvard, el Barcelona Brain Health Initiative, para identificar qué factores ayudan a mantener la salud y tener un buen envejecimiento de nuestro cerebro. Han visto que el ejercicio físico y actividades que incorporan un componente de interacción social se asocian con un mantenimiento de la salud cerebral. El hecho de pasar mucho tiempo "enganchados" a las nuevas tecnologías digitales puede hacer que no hacemos bastante ejercicio físico o que no tengamos un buen nicho de socialización".

Pensar antes de tuitear

Finalmente, y después de reconocer que en ocasiones en las redes sociales mostramos mucho a más de nosotros mismos de lo que nos gustaría, Ferran Lalueza nos recuerda una norma básica que siempre conviene tener en cuenta: "Twitter se ha convertido en la red más visceral, donde soltamos el primero que se nos pasa por la cabeza. Por eso resulta tan atractiva para detectar estados de ánimo, corrientes de opinión, etc. Mi recomendación es muy básica: contar hasta diez antes de tuitear y pensar si eso que diremos nos avergonzará o nos comprometerá dentro de unos minutos e incluso dentro de unos años. A veces es mejor frenar y proteger nuestra identidad digital".