Los vecinos de la urbanización PineMar, de Pineda de Mar, tienen miedo de los robos con fuerza que en los últimos meses se están produciendo en diferentes casas. La policía tiene identificados dos ladrones. Uno ya está fuera de juego, pero el otro tal como entra en prisión vuelve a salir.

La semana pasada los Mossos detuvieron JR.R.M., de 42 años y original de Mataró, con antecedentes por varios robos con fuerza y con años de prisión en la espalda por hechos similares. Los Mossos lo habían estado vigilando y siguiendo, y finalmente, la semana pasada, consiguieron una orden de registro del piso donde veían que se escondía. Allí encontraron hasta 145 objetos robados. Ya en sede judicial, y después de la declaración, la jueza número 1 de Arenys lo dejó en libertad con cargos. Con todo, está obligado a acudir cada 15 días a los juzgados. Tres días después de quedar en libertad, volvieron ha producirse robos a la urbanización y los Mossos lo volvieron a detener.

La jueza de Arenys justifica la libertad con cargos porque no se puede demostrar que la casa donde los Mossos hicieron el registro y encontraron los aparatos robados fuera suya. El detenido “no tiene propiedades y no consta como alquilado por él el domicilio del registro”, dicen fuentes judiciales.

Pero a la policía le consta que el ladrón vive allí donde lo detuvieron y encontraron los objetos robados. "Entra y sale a diario", dicen a El Nacional fuentes de la investigación. El día de la detención guió a la policía incluso diciéndoles abiertamente que lo que buscaban estaba en el piso de arriba.

El ladrón en cuestión tiene 25 antecedentes por robo con fuerza y los Mossos investigan 8 asaltos a casas en las últimas semanas, todos en PineMar. En la penúltima detención hicieron guardia durante 24 horas para poder detenerlo. Vieron desde la calle que dentro de la casa tenía guardados todo tipo de objetos robados. "Todos los objetos denunciados estaban en el domicilio del ladrón", explican fuentes policiales. Dentro de la casa encontraron aparatos electrónicos y relojes, pero también cosas sin mucho valor como cuadros de autor desconocido, bombas de butano y máscaras, unas de ellas de México, que su propietario reconoció al instante.

La casa del ladrón / Foto: Sergi Alcàzar

Para los Mossos es un ladrón conocido que se pasea por el entramado de esta urbanización con calles con nombres de pintores célebres, con la mochila, guantes, linterna y cerraduras a la vista de todo el mundo, para simular que pretende ocupar una casa, cuándo en realidad lo que hace es entrar a robar.

La policía se lamenta de que cuesta mucho poder detenerlo "in fraganti" y que cuando lo han conseguido ha quedado en libertad en unas horas. Y, en cierta manera, admiten que la actitud de la Justicia "está creando inseguridad".

"La gente tiene miedo"

La policía se siente impotente y los vecinos, también. Carme Ramos, presidenta de la Associació de veïns de PineMar, dice que nada de lo que hagan “servirá de nada". "Dirán que hay vigilancia... siempre es lo mismo”. Ramos tiene previsto hablar con la regidora de Seguridad del Ayuntamiento de Pineda de Mar. “La gente tiene miedo -dice a El Nacional- y la policía no nos dice nada”, asegura con un tono entre desesperado y abatido.

"La policía hace lo que puede, no puede hacer más. Los cogen y los tienen que soltar". Así explica Toni Fernández, un vecino y camarero del bar PineMar, la situación que se vive a la urbanización. A él también le han entrado a robar. "Cada vez está peor. Ha dejado de ser un barrio tranquilo", espeta a El Nacional.

Fina Rovira vio cómo esta semana la policía detenía al ladrón que iba con una furgoneta con una lavadora dentro. "Esta gente se está creciendo. Siguen robando impunemente porque la policía no puede hacer nada". Mientras explica la escena se añade a la conversación Ricard Forner, otro vecino que ha vivido los robos de cerca: "Entraron al lado de casa y ni me enteré. No se puede hacer nada?".

Mientras continúan la conversación de vecinos, hacemos la ruta del ladrón para ver todas las casas donde ha entrado a robar. Todas están cerradas a cal y canto. Son de familias que sólo vienen en verano o en fin de semana. Algunas incluso no aparecen en todo el año porque los hijos de sus propietarios, ya grandes, han cambiado las costumbres familiares y ya no veranean en Pineda de Mar.

En una de las calles de encima de todo de la urbanización, en la calle Viladomat, sale una vecina, Sara López. Ha explicado que "ya no ve normales ni las cosas más normales" y que se puso en alerta hace unos días cuando unos transportistas se llevaban una nevera de la casa del lado. Era el hijo de la propietaria que hacía un traslado... "¿Tenemos que vivir en un bunker?", dice a El Nacional. "Con miedo? Yo quiero vivir bien".

Sara se está planteando organizar a los vecinos con un grupo de whatsapp para poder avisarse si ven movimientos sospechosos. No sería el primer lugar donde lo hacen. Vecinos de otras urbanizaciones del Maresme se avisan así. "La solución es más vigilancia o una justicia más rápida y eficaz", dice.

 

Un caramelo

La urbanización tiene 500 casas, y la gran mayoría son segundas residencias. Los ladrones lo tienen estudiado. Entran a robar entre semana. Incluso entran en casas donde no vive nadie y se llevan todo lo que encuentran de metal como grifos o cerraduras. La mayoría de los robos son en la parte superior de la urbanización. Los vecinos explican que es donde hay menos casas habitadas, la urbanización está más olvidada y el bosque es el escondite perfecto. Muchas calles son callejones sin salida y con poca luz.

La ola de robos ha obligado a algunos vecinos que viven en Barcelona y que hacía meses que no pasaban por Pineda, a que ahora vayan más a menudo. Si ven movimiento en las casas, quizás asustan al ladrón, piensan.

Una de las casas robadas/ Foto: Sergi Alcàzar

Mossos vs jueces

Hay dos problemas principales para dar por cerrados casos como los de Pineda de Mar. De hecho, son el ejemplo perfecto de las quejas y reproches que hicieron se Mossos d'Esquadra el día que hicieron público el incremento de robos.

La policía admite que han cometido errores en la estrategia de los robos en domicilios. Han crecido un 13% durante el último año. Pero en la misma comparecencia donde hacen acto de contrición, también critican a los jueces que no colaboren más. Los Mossos aseguran que están teniendo “problemas importantes para conseguir órdenes en el ámbito de la investigación, entradas y registro, intervención telefónica y los posicionamientos”. Son las herramientas básicas para perseguir el delito y poder investigarlo con celeridad. Según el comissario jefe, Josep Lluís Trapero “antes era más fácil tener órdenes de que autorizaran este tipo de diligencia y eso muchas veces nos perjudica y entorpece la investigación”. Habla de hace 10 años, cuando precisamente él era el jefe de la División Criminal.

El otro punto débil es que entrar a robar en un domicilio cuando no hay nadie, sale bastante barato. Los robos sin fuerza no son delitos especialmente castigados. Un ladrón de casas que entra cuando los propietarios no están, si lo pillan, se puede pasar de 2 a 5 años en la prisión. En otros países este tipo de delito está penado con más años.