El mundo está en plena emergencia climática y cada vez serán más habituales las sequías extremas como la que hemos vivido este verano. Es por eso que científicos de todo el mundo se apresuran a buscar alternativas que permitan obtener más agua en nuestro día a día. Y eso es lo que ha hecho un proyecto con sello canario que ha creado un nuevo invento revolucionario que consigue agua de las nubes sin necesidad que llueva.

 

Se trata de Life Nieblas, una iniciativa financiada por la Unión Europa que recoge el agua que las nubes cogen del mar y que viaja por el aire. Para hacerlo, se han instalado unos recolectores que se sitúan en zonas donde hay viento y nubes bajas. Estas estructuras tienen una malla capaz de retener las gotas que el viento empuja con la niebla. Entonces, esta agua cae en unos deposites que hay debajo y produce agua apta para regar y para el consumo humano.

life nieblas
Las mallas de los recolectors / Life Nieblas

Se trata, pues, de una tecnología bien sencilla y poco costosa que, aunque encaró está en desarrollo, promete. A la prueba que se ha hecho en Gran Canaria se han obtenido más de 50.000 litros en dos años con 15 recolectores, capaces de mantener unos 6.000 árboles frutales. Ahora, los investigadores estudian mejoras en la técnica, pero no descartan que pronto se pueda utilizar en más lugares.

life nieblas
El proyecto Life Nieblas

Otra solución a la sequía, bajo nuestros pies

Pero este no es el único método que se está investigando para luchar contra la sequía. Hay otro que está bajo nuestros pies: los acuíferos subterráneos. Catalunya es un lugar que dispone de abundantes reservas de agua al subsuelo a causa de las características geológicas del suelo, que favorece la filtración del agua de lluvia. Por lo tanto, con una adecuada planificación, se pueden hacer buenas captaciones.

Tal como ha explicado este mismo diario, el recurso existe, pero el aprovechamiento tiene que planificarse con juicio evitar situaciones de sobreexplotación como las zonas de Levante y el Oriente andaluz. Los recursos se tienen que extraer a un ritmo que permita su renovación. La solución, por lo tanto, no es una explotación intensiva: es un análisis concienzudo de los acuíferos disponibles y una política de protección que los convierta no en recurso de abastecimiento cotidiano, pero sí en reserva estratégica para situaciones de emergencia.