Pere Mir hizo célebre una frase que definió su vida, marcada por la discreción y el afán para pasar desapercibido, huyendo del protagonismo y de la luz de los focos. "Se vive más tranquilo sin ser famoso", dijo Pere Mir Puig, en una de las pocas entrevistas que concedió. Reconocido como uno de los principales mecenas de la ciencia en el Estado español, el escándalo que ahora rodea su herencia y su legado contrasta con este perfil extremadamente reservado que le caracterizó y su preocupación por evitar sistemáticamente la exposición pública. Pero esta voluntad que siempre mostró de vivir en un segundo plano mediático, también estuvo acompañada por una enorme generosidad. Pere Mir acumuló una gran fortuna, y sus contribuciones económicas ayudaron a transformar Barcelona en un referente científico europeo e impulsaron el progreso científico de Catalunya.

Mir nació en Barcelona el 28 de noviembre de 1919 y murió el 10 de marzo del 2017 en la misma ciudad, después de vivir casi un siglo dedicado a la química, al empresariado y a la filantropía científica. Estudió Ciencias Químicas en la Universidad de Barcelona, y en 1942 fundó la empresa Derivados Forestales en Sant Celoni, empresa pionera a producir formol concentrado a través de una técnica innovadora de extracción de la madera que él mismo desarrolló. Este invento, vigente hoy en día, lo implementó en ocho fábricas, en España, Francia y México, lo que convirtió la compañía en líder mundial de derivados del formol y le reportó una fortuna. Pere Mir, que era inventor, director y propietario de Derivados Forestales, registró más de 20 patentes relacionadas con los derivados del formol, incluyendo el paraformaldehido, utilizado como desinfectante y fungicida. Su éxito se basó en un enfoque que combinó la creatividad técnica y la visión empresarial, con la producción estable de formol concentrado a escala industrial, basado en un sistema de extracción y concentración que evitaba la solidificación del producto final.

La venta de la empresa Derivados Forestales

Pere Mir efectuó dos operaciones claves con su empresa. En el 2002 vendió el 45% a una filial del Banco Sabadell a través de su sociedad luxemburguesa, Cellex Chemie AG, y con los beneficios de esta venta creó la Fundación Cellex (2003) para canalizar toda la tarea filantrópica. En el 2006, vendió el total de Derivados Forestales al grupo químico Ercros a través de un cambio de participaciones. La transacción, según las informaciones, incluyó la absorción de las participaciones de Bidsa (filial del Banco de Sabadell) y Cellex Chemie AG, con un valor estimado de 240 millones de euros.

Anteriormente a la creación de Cellex, Pere Mir había creado la Fundación Privada Mir-Puig en 1978 con el objetivo de financiar las ayudas asistenciales a personas necesitadas, antes de dedicarse plenamente a la filantropía científica. Con la fundación Mir-Puig dio apoyo en residencias como la Casa Pairal, en Vilassar de Mar, que Mir financió desde los años 50 y amplió significativamente en el 2001. Toda esta tarea social y filantrópica le reportó varios reconocimientos, como la Cruz de Sant Jordi (1993), el Premio Nacional de Investigación (2011) y la Medalla de Oro de Barcelona (2013).

Donaciones proyectas de biomedicina y fotónica

Su filantropía estratégica en el mundo científico se centró en cuatro pilares. Por una parte, realizó donaciones a instituciones pioneras, como el Institut de Ciències Fotònicas (ICFO), a la que dio 16 millones de euros en el 2010 -la mayor aportación privada a la ciencia en España- para construir el edificio NEST-Cellex en el Parc Mediterràni de Castelldefels, y para atraer talento internacional. También financió íntegramente la sede moderna del Institut d'Oncología (VHIO) de la Vall d'Hebrón, y contribuyó a ampliar las instalaciones del IDIBAPS, el centro biomédico vinculado al Hospital Clínic. Otro pilar de sus contribuciones fueron los programas educativos, con las Becas CiMs+Cellex, los programas internacionales para la formación de jóvenes científicos o la contribución a la lucha contra la malaria con la financiación del primer programa español dedicado al Plasmodium vivax. Se estima que el mecenazgo estratégico de Pere Mir entre el 2003 y el 2017 se concretó en donaciones por valor de 120 millones de euros, priorizando proyectos con impacto tangible en biomedicina y fotónica.

Sin descendencia

Compartió toda una vida con su esposa, Núria Pamias, pero el matrimonio no tuvo hijos, y Pere Mir murió a los 97 años sin dejar descendencia. Su patrimonio, qie se ha estimado entre los 400 y los 500 millones de euros (aunque los gestores de Cellex rebajan la herencia a 40 millones), quedó gestionado por Jordi Segarra, el albacea de su fortuna y presidente de los patronatos de las fundaciones Cellex y Mir-Puig. Los otros dos ejecutores testamentarios del empresario son el prestigioso oncólogo Josep Tabernero, director del Instituto de Oncología Valle de Hebrón (VHIO), y el abogado Juan Francisco Capellas.

La denuncia que inicia el caso

En el 2023, sin embargo, quien fue su colaborador y gestor histórico de la empresa Derivados Forestales, Àngel Surroca, denunció que el patrimonio no figura en las fundaciones y acusa a Segarra de vender activos clave (residencias en Suiza, la Vall d'Aran y Barcelona) sin justificar su destino. El Juzgado de Instrucción número 12 de Barcelona que investiga el caso decretó el lunes que el Departament de Justicia y Qualitat Democrática, dirigido por el conseller Ramon Espadaler, asumiera "de forma inmediata" el control de las fundaciones científicas Cellex y Mir-Puig y de sus cuatro sociedades mercantiles asociadas (Simex, Mil Veinte, Sociedad Anónima de Intereses y José Pàmies). La Generalitat, pues, ha asumido la administración judicial de las fundaciones y las empresas mencionadas. Se trata de una medida cautelar durante un procedimiento penal abierto a ambas fundaciones, según la Conselleria de Justicia. El Departament de Justicia y Qualitat Democràtica ha asumido el control a través de un protectorado.

En el mismo auto, la autoridad judicial determina el cese de los patrones de las fundaciones y de los administradores de las sociedades mercantiles vinculadas, y este sábado, según ha adelantado La Vanguardia, la jueza que instruye el caso investiga los tres ejecutores testamentarios, Jordi Segarra, Josep Tabernero y Juan Francisco Capellas por los presuntos delitos de administración desleal y apropiación indebida.