Un grupo de investigadoras de los Estados Unidos han creado una técnica que puede descifrar qué piensan las personas. Puede parecer algo de ciencia ficción, pero en la Universidad de Texas se ha convertido en una realidad. ¿Cómo es posible? Todo se basa en el uso de una resonancia magnética e inteligencia artificial (IA).

En una primera fase del proceso se ha enseñado a una inteligencia artificial cómo se procesa el lenguaje del cerebro. Después se ha registrado la actividad cerebral de los voluntarios y estos datos se han cruzado con esta IA para ver si era capaz de interpretar los pensamientos de los sujetos y así ha sido. "Se trata del GPT original, no como el nuevo (ChatGPT se apoya en la última versión de GPT, la 4). Recopilamos una tonelada de datos y después construimos este modelo, que predice las respuestas cerebrales," ha explicado Alexander Huth, un neurocientífico que ha participado en el estudio.

Es decir, los datos de la resonancia entran en una base de datos previamente enseñada para interpretarlas. Es así como se puede descodificar qué piensan los pacientes y comunicarlo. ¿Por qué puede ser útil? Todo se ha ideado para suplir la capacidad de hablar que algunas personas pierden a causa de lesiones o enfermedades como el ELA. Por ahora se ha hecho el experimento en inglés, pero los investigadores se muestran confiados en que se podrá traspasar a otros idiomas.

Proteger la privacidad

Si bien esta tecnología actualmente se encuentra en una fase muy incipiente, tanto es así que ni siquiera se generan frases de lo que se piensa, sino conceptos. Sin embargo, ya surgen las primeras preocupaciones. Esta tecnología se ha creado para ayudar, pero, como todo, podría utilizarse con malas intenciones llegado el momento. Por eso, Jerry Tang, primer autor de la investigación, ha remarcado que "no se tendría que descodificar el cerebro de nadie sin su cooperación".

No es la única voz crítica con el mal uso que se puede hacer de depende qué tecnologías basadas en la IA. El informático y psicólogo cognitivo británico Geoffrey Hinton, uno de los padres de la IA, afirma que se arrepiente del trabajo de su vida y ha dejado su trabajo en Google, en dónde ha trabajado durante más de una década, "para poder hablar libremente sobre los riesgos de la IA". Hinton está "preocupado" por los "daños graves" que pueda causar la tecnología de que él mismo ha dedicado buena parte de su vida a desarrollar. Según Hinton y otros líderes del sector tecnológico, las nuevas inteligencias artificiales han sido "el punto de inflexión más importante en décadas" y "pueden ser tan importantes como la introducción del navegador web a principios de los años 90".