Portugal apuesta por la convivencia entre los usuarios del transporte público y multará a todos aquellos que escuchen vídeos con volumen muy elevado, una videollamada con algún familiar a gritos o el último éxito musical. El transporte público se ha convertido, para algunos, en una auténtica tortura, obligados a escuchar lo que reproducen el resto de pasajeros por esta razón las autoridades portuguesas han empezado a sancionar a los usuarios del transporte público que reproduzcan contenidos sin auriculares y que molesten el resto de pasajeros del transporte. La ley portuguesa indica que “el uso de los aparatos sonoros o provocar ruido de manera que moleste a otros pasajeros” se considera una infracción, aunque, hasta ahora, no se ha ejecutado ninguna multa. Desde la Autoridad de Movilidad y de los Transportes (AMT) han decidido dar un paso adelante y han empezado a interponer multas de entre 50 y 250 euros, ya que consideran que se trata de una conducta incívica.

Hacer un uso cívico del móvil

El AMT también ha empezado a regular el uso de la radio entre los conductores de autobuses para evitar que también molesten a los usuarios que viajan en las primeras filas. Las medidas sancionadoras se han empezado a aplicar, aunque no están suponiendo un gran problema para la población portuguesa. Según los datos del diario portugués Público, el AMT recibió 121 quejas relacionadas con el ruido emitido por los móviles, menos de un 0,5% del total de las 29.000 que recogió la institución durante el 2024.

Aparte de la iniciativa sancionadora, las autoridades portuguesas tienen la intención de poner en marcha una campaña de concienciación sobre “el uso adecuado y cívico del teléfono móvil”. Entre algunas de las medidas que quieren implementar es que las operadoras de transporte hagan encuestas de satisfacción de los pasajeros donde se incluyan preguntas vinculadas con el hecho de provocar ruidos a los vagones y autobuses y, en concreto, con la reproducción de música y audios en dispositivos móviles. Otra de las claves será reforzar los avisos actuales, que hasta el momento, son mensajes en las pantallas de los vagones, o establecer “vagones de silencio” donde todavía esté más restringido el uso de los móviles, que están ya activos en España o Francia, pero inexistentes hasta la ahora en Portugal.