El padre Josep Alegre i Vilas, abad emérito del Monasterio de Poblet, ha muerto este viernes, según ha informado el mismo monasterio. Alegre, que ha muerto a causa de una "corta e inesperada enfermedad", será despedido en un funeral el lunes que viene. Nacido en 1940 en Vallobar (Baix Cinca), Alegre estudió la carrera de maestro y cuando tenía 30 años fue ordenado presbítero en Zaragoza. En el Monasterio de Poblet ingresó en 1995 y en 1998 fue postulado como abad por la comunidad de Poblet. Aquel mismo año recibió la bendición de manos del arzobispo Lluís Martínez Sistach.

 

 

De forma paralela, Alegre estudió Monástica en Roma y Teología en el Instituto de Teología Fundamental de Sant Cugat del Vallès. Su servicio como abad a la comunidad estuvo marcado, según recuerda el Arzobispado de Tarragona, "por la discreción y la sencillez, con especial preocupación por la formación de las nuevas vocaciones". La institución recuerda que Alegre revitalizó la hermandad del monasterio, "abriéndola a una vivencia espiritual en el surco de la regla de San Benito".

Mediante sus escritos compartía con muchas personas su "búsqueda de Dios". "Para los monjes, sus comentarios en la sala capitular y sus homilías eran expresión de aquella levadura de justicia divina que, según san Benito, tienen que difundir los mandamientos y la doctrina del abad", recordaba este viernes el Arzobispado de Tarragona en un comunicado. Alegre presentó su renuncia el 3 de diciembre de 2015 por razones de edad y fue sustituido por el padre Octavi Vilà i Mayo.

Santa unción y viático de manos del cardenal Joan Josep Omella

"El padre Josep ha vivido casi diez años como abad emérito, fiel a su ideal monástico de servicio a la comunidad, de discreción y de silencio, de generosa fidelidad a la oración, personal y litúrgica, disponible y activo en los servicios sencillos de cada día", rememora el Arzobispado de Tarragona. Dos días antes de su muerte, el 24 de enero, recibió la santa unción y el viático de manos de su amigo y cardenal, Joan Josep Omella.

"El padre Alegre, una piedra preciosa que ahora ya forma parte del templo de la Jerusalén del cielo. Y para nosotros, todavía, la tarea de pulir las aristas del templo de la tierra, de esta iglesia peregrina de Poblet. Que él, que en vida nos instruyó con su ejemplo, nos ayude ahora a ser buenos cortadores de piedra y hábiles constructores para formar un conjunto armonioso", se despide el Arzobispado de Tarragona en su comunicado.