"Allí no eras ni una persona ni un número, no eras nada". El último superviviente del campo de concentración franquista de San Marcos, Josep Sala, ha muerto a los 102 años. Con estas palabras explicaba a TV3, el día que celebraba 100 años, cómo vivió unos meses prisionero en el campo situado en León, marcado por la muerte y la tortura. Sala formaba parte de la generación conocida como Quinta del Biberón, tan solo tenía 19 años, y luchó en la orilla del Segre y en la batalla del Ebro. Al acabar la guerra, fue enviado a un campo de concentración en Zaragoza y después se lo trasladó a la ciudad de Castilla, de donde era el último superviviente.

Sala fue liberado en 1944, tras ser destinado a varios puntos de España y África durante unos años en una brigada para fortalecer al ejército nacional, cuando volvió hacia Barcelona y trabajó en una farmacia del Raval, siguiendo el oficio de su familia en su barrio de toda la vida hasta que se jubiló. Su gran memoria le ha permitido recordar con gran detalle todo lo que sufrió durante la posguerra en los campos de concentración franquista, algo que ha quedado reflejado en el libro Los campos de concentración de Franco. Sentimiento, torturas y muerte tras las alambradas, del historiador Carlos Hernández.

tuit carlos hernandez josep sala

Al saber la noticia, el autor de una de las primeras investigaciones sobre las cifras de los pocos conocidos campos franquistas, en comparación con los campos nazis, ha lamentado con "enorme tristeza" la muerte de Sala, de quien ha destacado que era "un luchador, una buena persona y un hombre comprometido". "¡Hasta siempre!", ha escrito en un emocionante mensaje a las redes.

Homenaje

Sala era el último superviviente del campo de San Marcos, donde se calcula que murieron hasta 3.000 personas, por enfermedades, por el frío, maltratados, torturados o fusilados Después de guardar en silencio durante muchos años su historia, en 2019 decidió hacerla pública, cuando ya tenía 100 años, gracias al empuje de su hija. En aquel momento su figura tomó mucha relevancia y se acabó convirtiendo en un símbolo de la lucha antifranquista. Sala aprovechó este nuevo papel y se dedicó en cuerpo y alma a representar y honrar a sus compañeros, muertos por la represión franquista. 

Por este motivo, justo cinco meses antes de su muerte, el pasado 5 de junio asistió al homenaje que se hizo a todas las víctimas y a él mismo en San Marcos, a la ciudad de León. Ahora, este campo de concentración se ha convertido en Paradores, un enclave turístico de lujo. Allí volvió a demostrar su memoria, detallando punto por punto los duros episodios que sufrió. Esta memoria, y los documentos que él y otras familias de los muertos conservan son las únicas pruebas que demuestran que allí se vivió el horror del franquismo.

En la imagen principal, Josep Sala durante su homenaje a Paradores / Efe