En Cataluña, varios estudios apuntan que los perros ya superan en número a los niños, un cambio demográfico que ha transformado hábitos y prioridades de muchos hogares. Cada vez más familias buscan servicios que permitan ofrecer a sus animales espacios para correr, explorar y socializar en entornos naturales, lo que ha impulsado la aparición de opciones especializadas pensadas para garantizar el bienestar de sus compañeros de cuatro patas. Cerca de Barcelona existe una oferta creciente de guarderías caninas adaptadas a diferentes necesidades y estilos de vida: por ejemplo, Barcelona Dog Care ofrece guardería diurna (con paseo incluido) y estancias de 24 h, además de asesoramiento en nutrición y educación canina. Dog Care Barcelona funciona con “dog hosts”: tu perro puede pasar el día en casa de un cuidador, con juegos, paseos y alimentación, y también tienen opciones de alojamiento, transporte y educación. Más allá de la ciudad, Dog & Welfare, situado en un bosque en Cardedeu, pone a disposición del perro 10.000 m² de zonas arboladas y valladas para correr libremente, con una cabaña confortable para restaurarse y actividades que promueven el bienestar físico y emocional. TC Dog Care (Dog Daycare) ofrece cuidado diario de perros en Barcelona con tiempo de juego y socialización, tanto en jornada completa como media, con precios por día según frecuencia. Finalmente, Doggarden – Barcelona es una guardería canina en el Eixample que combina atención personalizada, comunicación constante con los propietarios (fotos y vídeos) y cuidado especial para perros con necesidades médicas o comportamentales. Estos son, solo, algunos ejemplos de la oferta que existe actualmente.

Para conocer mejor cómo funcionan por dentro, un equipo de ElNacional se ha desplazado hasta Cabrils para descubrir cómo es el día a día de los perros en una guardería canina.

Una iniciativa pionera en Cabrils

Josep Maria es abogado y un día, cansado de trabajar para los demás, decidió convertirse en dueño de su tiempo y creó su propia empresa. “Tengo una hija pequeña y estaba todo el día viajando arriba y abajo”. Fundó la empresa Dog Day Camp, una guardería canina situada en Cabrils. Alquiló un terreno de 3.500 metros cuadrados y con videotutoriales de YouTube fue construyendo el cercado. "Cada palo que ves aquí, lo he puesto yo, me lo he hecho todo desde cero”. El suyo es un ejemplo de emprendimiento. Vio que en Estados Unidos las guarderías caninas funcionaban muy bien y decidió llevar el concepto a Cataluña. Su empresa es pionera en el mercado y ahora mismo tiene cuarenta perros diarios, la mayoría de ellos, viven en pisos en Barcelona y sus propietarios no tienen suficiente tiempo para sacarlos a correr por el campo. 

DOG DAY CAMP / Foto: Alba Richart
Una mañana soleada en el Dog Day Camp con Joana, una de las cuidadoras, rodeada de perros / Foto: Alba Richart

 

Recogida de los perros y transporte con la van

De lunes a viernes, a las siete y media de la mañana, recogen los perros en diferentes puntos de Barcelona con dos furgonetas y los transportan hasta Cabrils. Las furgonetas están adaptadas, y dentro hay una veintena de jaulas. Están sujetas a los laterales de la furgoneta y en unas guías que él mismo ha diseñado. “Una furgoneta como esta cuesta unos 50.000 €, tengo dos y el objetivo es comprar y adaptar una tercera para poder tener más perros”. Aunque la idea de negocio es sencilla y a priori no parece una gran inversión, tuvo que venderse un piso para sacar adelante el proyecto. El coste del terreno es de 600 € al mes y él ya conocía la zona porque sus padres viven cerca y conocían a los dueños del terreno. Los fines de semana está cerrado y no se plantea convertir el espacio en una guardería nocturna canina, ya que dice que hay muchos sitios donde ofrecen estos servicios y para él implicaría contratar más gente, ampliar las instalaciones, tener que estar pendiente durante las vacaciones, gestionar más problemas, y tal como está montado el negocio ahora, ya le hace feliz.

DOG DAY CAMP / Foto: Alba Richart
El fundador y propietario del Dog Day Camp, Josep Maria Ribas rodeado de perros / Foto: Alba Richart

Adrián González es uno de los chóferes de la empresa y se encarga de recoger a los perros y devolverlos a sus dueños. “Antes trabajaba en una empresa para 150 personas y ahora trabajo para cuarenta perros; soy más feliz ahora”. Anécdotas tiene un montón, alguna vez se le ha abierto alguna de las jaulas mientras conducía y ha sido un estruendo, pero generalmente los perros van tranquilos. Ladran y se inquietan cuando notan que llegamos al campo. Yo mismo llevo a mi perro, creo que es una experiencia muy positiva para los perros". En la parte frontal de la furgoneta, al lado del volante tiene una pantalla con la que puede ir controlando lo que pasa detrás. “Algunos lo pasan mal y se marean, pero una vez llegan al campo, se les pasa todo”.

DOG DAY CAMP / Foto: Alba Richart
Una de las dos furgonetas del Dog Day Camp. Son llamativas para que la gente las reconozca. / Foto: Alba Richart

 

3.500 metros cuadrados de verde 

La explanada es muy extensa, hay algunos objetos como ruedas de coche ancladas al suelo y algún elemento de agility, y también alguna zona cubierta con mesas de picnic (donde se sientan los perros pequeños), y unas mesas a la sombra, pero las instalaciones son muy sencillas. Los perros campan libremente por el espacio. Llegan con mucha energía por la mañana y durante la primera hora hay carreras y mucho jaleo, y a medida que van pasando las horas se van calmando. Los hay que corren, que juegan con otros perros, que toman el sol y otros menos sociables que disfrutan contemplando la serenata de los más escandalosos. Tienen una pequeña oficina y un par de lavabos portátiles para los trabajadores.

DOG DAY CAMP / Foto: Alba Richart
El espacio, una zona diáfana y verde con mesas de picnic y zonas de sombra. / Foto: Alba Richart

 

Dos normas básicas: Prohibido comer y jugar con pelotas

Hay dos normas en el campo, los perros no comen ni tampoco pueden llevar juguetes. “La comida es un tema complicado porque cada animal tiene sus peculiaridades, hay quienes tienen alergias, y sería complicado porque se robarían la comida; además, después de comer no pueden hacer ejercicio porque se les puede torcer el estómago; explica Josep; así que cada uno come en su casa. "Y el hecho de no permitir pelotas evita los conflictos, ya que se obsesionan y se vuelven obsesivos".

DOG DAY CAMP / Foto: Alba Richart
Ana, acariciando a Milan con Luca, un husky, en primer plano. / Foto: Alba Richart

Josep tiene contratadas a cuatro personas. Los dos conductores de las furgonetas, que también echan una mano cuando llegan todos los perros por la mañana, y dos técnicas auxiliares de veterinaria que se encargan de cuidar a los perros. Son Joana y Ana, que además de vigilar a los perros, gestionar los conflictos que surgen entre los animales y les hacen compañía, ejecutan tareas administrativas, gestionan la comunicación con las familias, organizan las paradas que deben hacer las furgonetas en Barcelona y envían cada día un vídeo y fotografías de los perros a sus dueños. "Cada día enviamos por WhatsApp un vídeo con el listado de todos los perros que tenemos en el campo aquel día, es un vídeo largo porque hay muchos perros y si nos dejamos alguno, las familias nos lo hacen saber, les gusta mucho que les expliquemos con imágenes y vídeos cómo están sus mascotas", cuenta Joana.

DOG DAY CAMP / Foto: Alba Richart
Las cuidadoras del Dog Day Camp. Joana a la izquierda y Ana a la derecha. / Foto: Alba Richart

 

Clintes fieles y tarifas del servicio

Elena Boned vive en Barcelona y desde hace cuatro años lleva a su perro, Peter, una vez por semana al Dog Day Camp. Tiene un trabajo de oficina y no tiene tiempo para pasearlo tanto como querría, así que cada martes lo vienen a buscar a los Jardinets de Gràcia, y pasa el día en Cabrils. "Es el día en que está más feliz, se lo pasa bien, está en contacto con la naturaleza y llega muy cansado".

El coste de la estancia varía en función de la cantidad de días que llevan al perro, pero la mayoría van un día por semana y pagan 35 € por día, incluyendo el transporte de la mañana y la tarde. Josep Mª explica que inicialmente el precio era más bajo, pero a medida que pasan los años sube uno o dos euros las tarifas. "La mayoría de los clientes que tenemos son guiris". Josep hace referencia al campo como una escuela, los perros "no vienen para que los adiestremos, sino para socializar, estar acompañados y en contacto con la naturaleza. No hacemos actividades como paseos por la montaña ni ejercicios olfativos, simplemente los dejamos libres para que hagan lo que quieran. Eso sí, tenemos una piscina que abrimos en junio, cuando el calor aprieta y se bañan tanto como quieran, siempre vigilados por los trabajadores que también se bañan con ellos." Y aunque en verano los días son pasados por agua, cuando hace frío y hay previsión de lluvia no abren porque no hay suficientes espacios cubiertos y los perros estarían empapados, pasarían frío y podrían enfermar.

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Dos perros disfrutando de la piscina un día de verano. / Foto cedida.

Todos los perros tienen cabida, los PPP (potencialmente peligrosos) también, pero todos deben pasar un día de prueba, para valorar si pueden tener una buena convivencia con otros perros, es decir, deben ser sociables. También es importante que tengan las vacunas obligatorias y Josep les recomienda también, la de la tos ferina, que es la que se pone, habitualmente, a los perros que viven en las perreras, porque es una enfermedad muy contagiosa. Sin embargo, no es necesario que los perros estén esterilizados, y recomiendan que cuando las perras estén en celo, no las lleven al campo.

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Perros de diferentes razas en un entorno verde. / Foto: Alba Richart

De anécdotas, después de cuatro años, hay muchas. Un día, cuenta Josep, que acariciando a uno de los perros le detectaron un tumor maligno e informaron a los propietarios. Gracias a la rápida intervención y la quimioterapia consiguieron salvarle la vida y ahora es uno de los perros más veteranos del campo.

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Los perros disfrutando de la piscina un día de verano. / Foto cedida.

En definitiva, iniciativas como las de Dog Day Camp, en Cabrils, responden a una necesidad cada vez más presente entre las familias urbanas: garantizar que sus perros tengan espacios, tiempos y entornos adecuados para correr, socializar y conectar con la naturaleza. En un contexto en el que la falta de tiempo limita las salidas más allá de la ciudad, servicios especializados como este se convierten en una alternativa esencial para que los animales mantengan su bienestar físico y emocional, y para que sus responsables puedan conciliar la vida cotidiana con la atención que merecen sus compañeros de cuatro patas.