Han pasado ocho siglos desde la cruzada contra los cátaros que, en pleno siglo XIII, aniquiló esta versión del cristianismo y, de rebote, arrancó a la corona catalano-aragonesa buena parte del territorio occitano. La cruzada (1209-1229) estuvo definida por matanzas indiscriminadas, que se alargarían con la derrota de los últimos puntos de resistencia cátara como los castillos de Montsegur (1244) y Querbús (1255).

Ochocientos años más tarde sin embargo, la comunidad católica de la Arieja, el departamento de la macrorregión denominada Occitania donde se encuentra el castillo de Montsegur, ha iniciado un proceso para pedir perdón por la matanza posterior a la caída de la bastión, que incluyó el asesinato de 200 personas, quemadas vivas.

El proceso se inscribe en el año jubilar de la misericordia promulgado por el Papa Francisco y tendrá su punto álgido el 16 de octubre, con la celebración de una misa en la iglesia de Montsegur. Así, al lado de iniciativas lideradas por el Papa Francisco, como pedir perdón por la persecución de los valdenses -considerados herejes y prácticamente exterminados en el siglo XII- o por la persecución en los pueblos indígenas mexicanos, la iglesia de la Arieja cree que ha llegado el momento de pedir perdón por los crímenes cometidos en su nombre.