Catalunya es aquel país en el que cuando por la mañana estás en la ducha y piensas en cómo será tu jornada, no puedes garantizar que por la noche volverás a casa sin haber sido denunciado, querellado o imputado en vaya usted a saber qué.

Hoy mismo tenemos un ejemplo que sería como si Griezmann entrara a la media parte por Suárez lesionado. Sí, sale un jugador del campo, pero siempre acabamos jugando 11 porque su lugar es inmediatamente ocupado por otro. Pues eso, que con el número 1 entra al terreno de juego judicial el president Quim Torra por no haber retirado el lazo amarillo de la fachada de Palau y con el número 3 salen los maestros del IES El Palau de Sant Andreu de la Barca investigados por una denuncia en la que se les acusaba de que después del 1-O habían despreciado a unos alumnos que eran hijos de guardias civiles.

Y quizás dentro de un tiempo quien salga del terreno de juego sea Quim Torra (después de juicio, declaraciones, sentencias y recursos diversos), pero su lugar será ocupado por otro. ¿Quién? Pues mire, quizás usted o yo. O la yaya del 5º 4ª. ¿Por qué? Bueno, quizás hemos mirado a alguien con mucho odio cuando realmente lo mirábamos raro porque somos miopes, tenemos astigmatismo y vista cansada.

El problema, y grave, es que, mientras tanto, tienes que pasar por un mal rato, tienes que pagar abogados y procuradores, ir y venir del juzgado y, sobre todo, te ponen la diana para que te disparen a discreción. Los maestros acusados son un buen ejemplo de ello.

¿Quién resarce ahora su honorabilidad? ¿Quién los recompensará moralmente por el mal trago por el cual tuvieron que pasar? ¿Qué pasará con los 8 profesores que tuvieron que pedir el traslado y que nunca más podrán recuperar la situación anterior a todo? ¿El presentador Javier Negre se disculpará por su pieza publicada en El Mundo y titulada "Los 9 maestros catalanes de la infamia", donde mostraba sus caras, revelaba su identidad y ofrecía varios detalles personales? ¿Cuando Albert Rivera acabe la dieta a base de Fortasec les pedirá perdón por haberlos señalado públicamente?

¿Todos (y todas) los que los amenazaron, los acosaron y les insultaron, pagarán su ignomínia? ¿Pasará algo con las pintadas aparecidas en la fachada de la escuela donde junto a sus nombres y apellidos los calificaban de nazis y ratas?

Y la respuesta a todas estas preguntas se resume en dos palabras: "no" y "nada". Te destrozan la vida y la opción que te queda es recoger los trozos con una escobita, ponerlos en una bolsa de plástico e intentar recomponer la figura. Y mientras, ellos encantados de la vida. Y tal día hará un año.