Eso que denominamos el Procés nos ha enseñado muchas cosas sobre el papel (triste) de la justicia, la política, las cloacas del Estado, los medios de comunicación y los mandos de los cuerpos de seguridad. Y, sobre todo, nos ha enseñado hasta donde puede llegar la manipulación y la mentira más institucionalmente descarada de todos ellos trabajando juntos siguiendo una misma estrategia.

El caso de los maestros y las pretendidas humillaciones realizadas a hijos de guardias civiles después del 1 de octubre es uno de los ejemplos más evidentes del funcionamiento de esta maquinaria que aplicada al fútbol sería: "unos van centrando pelotas para que otros rematen en plancha, mientras el resto agarra al portero". Primero archivaron las denuncias contra 5 de los 9 profesores de Sant Andreu de la Barca. Ahora han archivado las denuncias contra los 8 maestros de la Seu d'Urgell acusados de un delito de odio.

En los dos casos coincidió que los mandos se inventaron hechos inexistentes con una realidad tan evidente que no fueron capaces ni de falsificarla. El azucarillo no para de deshacerse, pero ni pasa nada, ni dimite nadie, ni se destituye a nadie, ni se expulsa a nadie de ningún sitio y ni tan sólo hay la mínima educación de pedir perdón. Sobre todo en dos casos concretos.

El primero es este tuit de Albert Rivera sobre Sant Andreu:

Cuando una persona con una alta responsabilidad política afirma con total rotundidad: 1/ que unos profesores a quien no conoce de nada tienen una determinada ideología, 2/ que los citados profesores señalan "públicamente a alumnos", una acusación muy grave y de la cual tienes que estar muy seguro porque es lo peor que le puedes decir a un profesor, 3/ que hace falta abrir un expediente a estos profesores, pero sin ofrecer un triste indicio de nada, 4/ que el gobierno del PP fue cobarde por no abrir este expediente y 5/ publicas primeros planos de la cara de los profesores, olvidando cualquier presunción de inocencia... y resulta que la justicia dice que nada de nada de nada, pero de nada ni en la Seu, ni de momento en la mayoría de casos de Sant Andreu... oiga, es que como mínimo pedir perdón. Perdón, hacer autocrítica y sobre este tema no volver a abrir la boca si no es para volver a pedir perdón.

Y con respecto al listillo que publicó en El Mundo la pieza de ficción retuiteada por Rivera, con momentos tan entrañables como estos:

Pues nada, animarlo a que definitivamente se dedique a la literatura de ficción ya que fabula muy bien. Y que si decide seguir publicando ficción como si fuera realidad, que avise, porque vender como periodismo lo que es fruto de su imaginación también pide un perdón.

Ah, y un recordatorio. Mientras eres útil, no pasa nada. Pero cuando dejas de serlo, la vida es muy dura, la nube de la fama es efímera y de concursante en  Supervivientes se pasa mucha hambre.