Glovo extenderá su red de tiendas cerradas al público, las "dark stores, desde donde envía una parte de los pedidos que recibe y la quintuplicará, hasta alcanzar los 100 almacenes en todo el mundo para 2021. Así lo ha avanzado hoy el director general global de la sección de "Q-commerce" de Glovo, Daniel Alonso, responsable de esta nueva unidad creada para agrupar tres áreas de negocio en la veintena de ciudades donde está presente tanto en Europa como en África: "dark stores", alimentación y comercio no alimentario.

El objetivo es acelerar sus entregas "ultrarrápidas" para completarlas en 30-40 minutos. Esta reducción de tiempos es una de las metas para el próximo ejercicio fijadas por la empresa, que ha anunciado este jueves que además de la apertura de nuevos supermercados cerrados al público también reforzará su apuesta por el comercio no alimentario para crecer en esta área ofreciendo igualmente entregas ultrarrápidas. Reducir los tiempos de envío se ha convertido en una prioridad para la firma, que ya incluso prueba en Barcelona un proyecto con entregas en un tiempo inferior a 15 minutos desde sus tiendas cerradas al público.

Los responsables de la plataforma han señalado que actualmente cuentan con diez dark stores en la Península Ibérica (cinco en Barcelona, cuatro en Madrid y uno en Lisboa) en régimen de alquiler, aunque ya están explorando nuevas vías para acometer la expansión de esta red.

Glovo no prevé aumentar los "riders" 

Tanto en esta última como en alimentación, una categoría que no incluye restaurantes y que hace referencia a los pedidos que se realizan a través de su aplicación en cadenas de supermercados colaboradores y que posteriormente entregan los repartidores de Glovo al domicilio del cliente, está previsto invertir 20 millones de euros en 2021. La unidad creada para la expansión, cuenta con 100 empleados, da servicio a 22.700 establecimientos, es utilizada por cerca de 300.000 usuarios activos al mes y ha entregado 9 millones de pedidos en lo que va de año.

El propósito de la firma es "poner un centro comercial en el bolsillo del consumidor" para que pueda hacer compras y recibirlas donde quiera en poco más de media hora. Desde la compañía no prevén que estos planes exijan aumentar el número de repartidores con los que trabajan, ya que los pedidos en estas tres áreas son "complementarios" con las horas a las que se concentran los envíos de comida de restaurante (comidas y cenas), que todavía representa la mayor parte de su negocio.

"Aportamos un componente de velocidad con estas entregas a 30-40 minutos que nos hace únicos. Y lo podemos hacer rentable gracias a una alta densidad de pedidos y con suscripciones mensuales a nuestro servicio Glovo Prime -con un coste de 8 euros al mes en España-, que incluye tener todos los envíos gratis", ha detallado Alonso. Sus estimaciones apuntan a que podrán dar servicio "con la misma flota de 'riders', aunque supondrá que haya más horas de trabajo para ellos".

Sobre la relación laboral con los repartidores tras la sentencia del Supremo que considera que son "falsos autónomos" y deberían estar contratados en plantilla, Alonso ha declinado dar detalles acerca de los planes de Glovo al respecto. Ha explicado que el interés por el comercio no alimentario -ya trabajan parafarmacia, juguetes, belleza, moda, flores, electrónica, deportes y papelería- no es nuevo para la compañía, y que se sustenta en que las tasas de penetración de la compra "online" son muy superiores.

Facturació de 480 milions anuals

Glovo pretende que su unidad de "Q-Commerce" facture 40 millones de euros mensuales a finales del próximo ejercicio (lo que equivaldría a unos 480 millones anuales) y que 10 procedan del comercio no alimentario. La compañía ha rechazado facilitar a cuánto asciende el volumen de ventas de las tres secciones incluidas dentro de esta unidad de negocio, pero sí ha precisado que actualmente el comercio no alimentario ronda el 10 % de la facturación, frente al 60 % que supone la alimentación y el 30 % de las "dark stores".
 

Fotografía principal: Un repartidor de Glovo durante su jornada laboral /Europa Press