El Vaticano tiene pendiente nombrar a cuatro obispos en Catalunya para cubrir las vacantes de los obispados de Girona y Tortosa, la de un auxiliar para Barcelona después de la muerte del obispo Antoni Vadell y para el obispado de Sant Feliu, cuyo titular ya ha llegado a la edad de jubilación. Fuentes eclesiásticas han explicado a EFE que los nombramientos más urgentes son los de Girona y el del auxiliar del Arzobispado de Barcelona y han confiado en que el Vaticano siga las instrucciones del papa para nombrar a personas "arraigadas y comprometidas" con Catalunya. Las mismas fuentes han señalado que el presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Barcelona, el cardenal Joan Josep Omella, que además es miembro de la Congregación de los Obispos, podría aprovechar su estancia estos días en Roma, donde el jueves asistió al funeral del papa emérito Benedicto XVI, para desencallar algunos de estos nombramientos pendientes.

La diócesis de Girona es la que hace más tiempo que está sin obispo titular, después de que el 31 de marzo del año pasado murió Francesc Pardo, mientras que el obispo auxiliar de Barcelona Antoni Vadell murió a causa de un cáncer de páncreas el 12 de febrero, con tan solo 49 años, y tampoco ha tenido todavía relevo. Las múltiples tareas y cargos que ejerce el arzobispo Omella, que cuenta con otros dos obispos auxiliares, Sergi Gros y Javier Vilanova, hacen necesario que cuente pronto con la ayuda del tercer obispo auxiliar, según las mismas fuentes.

También está vacante la plaza de obispo de Tortosa, que se ha quedado sin titular después de que Enric Benavent fuera nombrado y tomara posesión como nuevo Arzobispo de València el pasado 10 de diciembre. No obstante, esta sustitución no parece inminente ya que el pasado 12 de diciembre fue nombrado administrador diocesano de Tortosa el sacerdote José Luis Arín. La Congregación de los Obispos también tendrá que decidir cuándo y por quién sustituye al actual obispo de Sant Feliu de Llobregat, Agustí Cortés, que el pasado 23 de octubre ya presentó al Papa su preceptiva renuncia al cargo al cumplir la edad de jubilación a los 75 años, aunque es potestad del Pontífice aceptar la renuncia o prorrogarle en el cargo.

A estas vacantes y sustituciones pendientes se sumará este año que el actual obispo de Lleida, Salvador Giménez, también hará 75 años y tendrá que presentar su renuncia, aunque probablemente seguirá en el cargo un tiempo más.

No está previsto relevar a Omella

Quien ya ha cumplido 77 años es el cardenal Omella, pero por sus responsabilidades como presidente de la Conferencia Episcopal Española y sus cargos en el Vaticano, donde se le considera un hombre próximo al papa Francisco, no está previsto relevarlo.

Baile de nombres

Esta situación de interinato en tres obispados catalanes ha disparado las quinielas con los posibles nombres para ser nuevos obispos, como el del actual rector del Ateneo Universitario San Pacià, el teólogo y biblista Armand Puig; el teólogo, bibliotecario y rector de la basílica de la Sagrada Familia, Josep María Turull; o el vicario judicial del Arzobispado de Barcelona, Santiago Bueno. También suenan como futuribles obispos lo que fuera subsecretario de la Conferencia Episcopal Tarraconense Norbert Miracle, o algunos sacerdotes de congregaciones religiosas, como el carmelita Agustí Borrell, y no se descarta que los auxiliares de Barcelona, Gros y Vilanova, pueden asumir alguna diócesis.

Los feligreses piden más participación

Fuentes de un colectivo de feligreses progresistas consultados por EFE han lamentado que los procesos de elección de obispos se basen en el "secretismo y la opacidad" y han reclamado volver a los orígenes de la Iglesia, cuando eran las comunidades quien decidían los que tenían que ser sus pastores. También temen que el retraso en el nombramiento de los nuevos obispos se deba a las presiones para "colocar a obispos de la tradición toledana y no de la tarraconense" y han recordado que "nombrar obispos que no estén arraigados a Catalunya contradice los mensajes del papa Francisco que los obispos tienen que ser y estar comprometidos con su tierra". Un portavoz de una comunidad de fieles de base ha añadido que "causa tristeza y preocupación que los feligreses se vean alejados de la decisión del nombramiento de sus obispos, más todavía en una época en que hay una crisis de credibilidad brutal de la Iglesia".