Tal día como hoy del año 1523, hace 499 años, moría en Roma el pontífice Adriano VI, que antes de ocupar el trono de San Pedro (1522) había sido obispo de la diócesis de Tortosa (1516-1522). Adrián de Utrecht, nacido Adriaan Floriszoon Boeyens, en 1459, era originario de Utrecht (en aquel momento Países Bajos hispánicos y en la actualidad Países Bajos neerlandeses). Era hijo de una familia de las ricas y activas clases mercantiles neerlandesas, que le pudieron pagar una sólida formación y que unida a su inteligencia política lo convertiría en uno de los personajes más relevantes de su tiempo.

Adrián de Utrecht había llegado a la península Ibérica inmediatamente después de la muerte de Fernando el Católico (1516). La cancillería de Carlos de Gante (nieto y heredero del Católico) lo envió urgentemente, cuando se supo que un grupo de aristócratas castellanos y aragoneses conspiraban para situar a Fernando (el hermano pequeño de Carlos, criado en Castilla) en el trono de la monarquía hispánica. La cancillería de Carlos presionó al Pontificado para que lo nombraran obispo de Tortosa, que en aquel momento era una ciudad que jugaba un papel protagonista en el contexto catalanoaragonés.

Efectivamente, Tortosa vivía su "Siglo de Oro". Estratégicamente situada (estaba en el centro geográfico de las rutas de navegación marítima y fluvial que unían Barcelona, Valencia, Zaragoza y Palma) y dotada de un potencial extraordinario (estaba en el centro de una región con una gran riqueza agraria y pecuaria); reivindicaba su papel compitiendo con Valencia y Barcelona por la capitalidad económica de la Corona. En aquel momento, con más de 10.000 habitantes, ya era el tercer centro demográfico del Principat (detrás de Barcelona y Perpiñán) y era un importante astillero del Mediterráneo occidental.

Mientras Adrián estuvo en Tortosa, compaginó el cargo de obispo con el de Inquisidor General de la Corona de Aragón (1516-1518) y, posteriormente, con el de Inquisidor General de la monarquía hispánica (1518-1522). Desde estos cargos, de evidente naturaleza política, contribuyó a liquidar la disidencia al régimen, impidiendo que la conspiración castellanoaragonesa contra Carlos de Gante se articulara con éxito. En reconocimiento de su tarea, Carlos de Gante consiguió que el Colegio Cardenalicio lo nombrara pontífice sin haber asistido al Cónclave electivo.

Aquel nombramiento era la culminación de la estrategia Habsburgo de control de la Iglesia. No obstante, Adrián de Utrecht murió prematura y misteriosamente veinte meses después de tomar posesión del cargo. Con anterioridad (principios del siglo XVI) los Trastámara (Fernando e Isabel) habían intentado lo mismo, pero sin éxito, a través de la figura de Alfonso de Aragón y Ruiz de Ivorra (hijo ilegítimo de Fernando el Católico y de Aldonza Ruiz de Ivorra), que fue nombrado arzobispo de Zaragoza con ocho años y sumó el cargo de arzobispo de Valencia con tan solo doce.