El coronavirus y el confinamiento han cambiado y están cambiando todavía muchas cosas en nuestro día a día y también en la manera de relacionarnos. Y eso incluye las relaciones personales y de amistad. "Las amistades se pueden deteriorar muy rápidamente si no invertimos en ellas: seguramente sólo se necesitan tres meses", explicaba el psicólogo evolutivo RoBin Dunbar en la BBC. De esta manera, el investigador constata que la tensión social del confinamiento y esta distancia podría tener un efecto a largo plazo en algunas amistades.

Eso es precisamente lo que ha querido constatar al autor en un artículo publicado en la revista Proceedings A de la Royal Society, donde ha profundizado en cómo conectamos socialmente y como estas relaciones podrían cambiar en función del confinamiento.

Precisamente el académico compara las relaciones humanas con la de los primates. Tanto en ellos como en nosotros se demuestra que la calidad de una relación depende directamente del tiempo invertido en esta. "Tenemos que ver a los amigos a menudo para mantener una amistad", explica el profesor de la Universidad de Oxford. Y precisamente por eso y por el esfuerzo de cultivar las amistades, detalla, sólo se pueden mantener un número limitado de conexiones sociales.

¿Qué ha provocado el confinamiento?

Por lo tanto, pues, el confinamiento podría haber comportado una "canalización de relaciones", un hecho recogido por varios científicos a través de una macroencuesta hecha en Francia durante el confinamiento. Es decir, tal como se apunta en este artículo de la cadena británica, mientras durante el confinamiento algunas relaciones se fortalecieron, otras simplemente se desvanecieron.

En este sentido Dunbar señala que cuanto mayor es uno más difícil es hacer nuevos amigos. "Y el factor individual más importante que afecta a la salud, el bienestar, la felicidad e incluso la capacidad de sobrevivir a una cirugía o enfermedad es la cantidad de amistades de alta capacidad que tienes".

La importancia del contacto físico

En este sentido, la doctora Jenny Groarke, de la Queen's University, en Belfast, ha estado estudiando la soledad durante la pandemia. De estas investigaciones, extrae la conclusión que la gente que está menos satisfecha con la calidad del contacto social se asoció a una mayor soledad. Así, resalta que "también se ha hablado sobre la falta de contacto físico, les resulta 'extraño' y 'no normal' pasar tanto tiempo sin tocar a las personas", comentaba también sobre el mismo artículo en la BBC.

Mascarillas y emociones

Pero, después del confinamiento, ¿qué? Teniendo en cuenta que las mascarillas empiezan a ser obligatorias en muchos países del mundo, surge una (otra) duda. ¿Esconden nuestras emociones? "Es un error pensar que las mascarillas nos dificultarán la interacción", explicaba hace unas semanas la psicóloga y profesora experta en comunicación de la Universidad Humboldt de Berlín Ursula Hess a la CNN. "Expresamos nuestros sentimientos de muchas maneras diferentes que no dependen de la parte inferior de nuestra cara". Así, según detalla, hay movimientos sutiles, como por ejemplo, el movimiento de una ceja o golpear el puño sobre la mesa. Todo también dice mucho de una persona.

Hess recuerda que las sonrisas no sólo se pueden ver sino que también se pueden escuchar. "Cuando la boca cambia de forma, altera la voz". De esta manera, subraya que la "diferencia es clara. Todos pueden escuchar cuando alguien sonríe por teléfono". La experta pone énfasis en el hecho de que algunas emociones quedan plasmadas en nuestras caras. "¿Cómo se comunica la esperanza?", se pregunta. "Ponemos una expresión determinada y lo acompañamos con una voz esperanzada, por lo tanto, las voces también pueden expresar emociones".