Perpleja, atónita y en la incertidumbre se quedó una gran parte de Colombia con el sorprendente resultado del plebiscito por la paz. Ganó el “no” cuando todas las encuestas y todos los analistas políticos del país daban por seguro el triunfo del “sí”. La votación dejó claro que el conflicto con las FARC es duro de matar y que Colombia está dividida en dos.

Notable abstención

Por una diferencia de 53.894 votos triunfó el “no” a los acuerdos de paz que el Gobierno de Juan Manuel Santos firmó con los guerrilleros de las FARC el pasado lunes en Cartagena. El “no” obtuvo 6.431.376 votos (50,2%) por 6.377.482 (49,7%) en un plebiscito en el que la abstención llegó al 63%, una triste noticia porque lo que se votaba era de suma importancia, aunque en la costa del Caribe los efectos del huracán Matthew obligaron a muchos ciudadanos a quedarse en sus casas.

Un análisis simplista podría decir que los colombianos dijeron no a la paz o que no perdonan los delitos cometidos por las FARC, o que prefieren vivir en guerra antes que ver al grupo guerrillero colgando las armas.

Paz, pero a otro precio

Un análisis profundo y probablemente más exacto, sin embargo, diría que todos los colombianos quieren el fin del conflicto bélico, pero una parte de Colombia, la mayoría de los que votaron ayer “no”, quiere la paz pero no al precio pactado por su actual presidente.

Los resultados reflejan una clara derrota del Gobierno y seguramente muchos observadores mundiales entenderán que el triunfo del “no” significa el fracaso de Juan Manuel Santos, que utilizó todos los medios a su alcance para obtener el “sí”.

Cumbre por un pacto nacional

Pero Santos está por lo que está: “No me rendiré”, dijo el presidente que inmediatamente convocó para hoy a todas las fuerzas políticas para buscar “puntos de encuentro” que marquen el camino de obtener la paz con la guerrilla. Al mismo tiempo, Santos envió una comisión a La Habana para estudiar con los líderes de las FARC el nuevo escenario que se presenta ante la negativa del pueblo a los acuerdos pactados.

Los líderes partidarios del “no”, el expresidente Álvaro Uribe y el exvicepresidente Francisco Santos, tendieron sus manos tanto al presidente como a todos los votantes del “sí” y a las FARC para renegociar los acuerdos.

Irremediablemente Juan Manuel Santos tendrá que verse las caras con Uribe y los dos tendrán que fijar nuevas bases en el intento de conseguir la paz deseada. Los dos pasaron de íntimos amigos, que trabajaron juntos, que combatieron a los guerrilleros cuando Uribe fue presidente y Santos ministro de Defensa, a una enemistad profunda. El país, no obstante, urge que se entiendan porque es la única salida que se abre al conflicto. Un pacto de conciliación nacional, si verdaderamente quieren construir una nueva Colombia.

En su discurso Santos garantizó que el cese al fuego con las FARC pactado seguirá vigente, aseguró que perseverará en su lucha por la paz y se comprometió a reunirse con los partidarios del “no”.

La palabra de las FARC

Rodrigo Londoño, alias Timochenko, también lanzó un mensaje esperanzador para los colombianos, muchos de los cuales pensaron que la guerrilla entendería el triunfo del “no” como una preferencia por seguir en guerra con ellos: “Las FARC mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción del futuro. Al pueblo colombiano que sueña con la paz, que cuente con nosotros. La paz triunfará”, dijo tras conocer el resultado desde La Habana.

Timochenko fue critico con los líderes del "no": "Las Fuerzas Armadas de Colombia, ejército del pueblo, FARC-EP, lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana. Con el resultado de hoy sabemos que nuestro reto como movimiento político es todavía más grande y nos requiere más fuertes para construir la paz estable y duradera".

La victoria del “no” lleva a los colombianos a la incertidumbre. Posiblemente el Centro Democrático, el partido de Uribe, intentará alargar el triunfo de ayer hasta las elecciones presidenciales del 2018, y propondrá cambios en los acuerdos que difícilmente aceptarán las FARC. Uribe ha abierto la puerta a un pacto nacional, pero eso también tiene un precio.

En el fondo quedarán esos gritos de jóvenes partidarios del “sí” apoyando e invitando a Santos a que continué luchando: “Ni un paso atrás, queremos la paz”.