Paz. Esperanza. Unidad. Paz. Colombia volvió a acostarse esperanzada y amaneció con titulares llenos de vida convencidos de que ya no hay marcha atrás, de que en esta ocasión el nuevo acuerdo con el grupo guerrillero de las FARC obtendrá el sí negado en el plebiscito del 2 de octubre pasado por el 50,23% (6.424.385 votos) de partidarios del no liderados por el expresidente Álvaro Uribe, frente al 49,76% (6.363.989) que apoyaban el primer acuerdo firmado por el Gobierno de Juan Manuel Santos.

Tanto Santos como Iván Márquez, comandante jefe de las FARC dieron discursos optimistas después de firmarse en La Habana, delante de garantes internacionales, el nuevo acuerdo que recoge 56 de los 57 bloques de propuestas de los partidarios del no, según anunció Santos.

Uribe tiene la palabra

Santos, premiado con el premio Nobel de la paz por iniciar este proceso de paz en Colombia, manifestó que se había reunido durante tres horas con Uribe para comentar los puntos principales del nuevo acuerdo y que fueron propuestos por el expresidente, militares, la iglesia católica y otros grupos muy contrarios a perdonar a la guerrilla.

Uribe pidió que no se diera por definitivo el acuerdo hasta no conocer el texto íntegro.  Es decir, él quiere tener la última palabra.

Santos, en cambio, se dirigió a los colombianos haciendo un llamamiento a la unidad y no a la división “puede que este nuevo acuerdo no colme la satisfacción de todos, pero demos una oportunidad a la paz con este nuevo acuerdo para poner fin a este conflicto. Que sea la paz del silencio de las armas, la paz de la unión. Es hora de dejar atrás las divisiones”, manifestó el presidente.

En realidad la comisión negociadora de la paz en Colombia dio un gran paso adelante en su reunión en La Habana con representantes del Gobierno y del grupo guerrillero de las FARC al firmar un nuevo acuerdo de paz.

Exactamente 41 días después de su derrota en el plebiscito, Santos parece haber logrado el sí de todas las partes en una negociación que el presidente pidió que fuera rápida porque para él cese al fuego con las FARC era frágil y toda incertidumbre genera temores. Se propuso escuchar las razones de los del no y pidió una apertura mental y honesta a todas las partes negociantes.

La guerrilla irá a las elecciones

Uno de los principales puntos recogidos en el nuevo acuerdo conviene que durante el abandono de las armas, las FARC presentarán un inventario de bienes y activos para destinarlos a la reparación material de las víctimas.

Desaparece, al mismo tiempo, el punto en el que el Gobierno se comprometía a ceder al grupo guerrillero 16 curules en el Congreso sin haber pasado por unas elecciones.

Lo que las FARC no aceptó fue renunciar a ser un partido político y poder acudir a unas elecciones como proponían los del no. Santos entiende que el origen de las FARC siempre ha sido político y que es aceptable su intención de hacer política sin armas.

Al mismo tiempo se les reduce al 30% la financiación que el Gobierno da a los partidos y quedará en igualdad con el resto de fuerzas políticas. También el acuerdo obliga a las FARC a entregar toda la información que posean sobre el narcotráfico.

Gran ejercicio democrático

Según Humberto de la Calle, negociador del convenio de paz durante los últimos seis años, este acuerdo es mejor que el firmado en Cartagena el pasado 26 de septiembre. Y subrayó que “en lo que se gana con creces es que mediante un ejercicio democrático se ha logrado construir una base de sustento más amplia. Y la cuestión no es solo la ampliación del apoyo sino que este ha sido fabricado en un ejercicio de democracia leal y diálogo sincero”.

De la Calle también dijo que los ajustes y precisiones realizadas no sacrifican las convicciones que le dieron forma al primero. “No cancelamos la ilusión; no dimos marcha atrás en la posibilidad de un país nuevo; no desistimos del propósito de reivindicar la familia campesina, limpiar la política, combatir las bandas criminales y la corrupción, contribuir a superar el problema mundial de la droga, impartir justicia pensando más en las víctimas que en los barrotes, integrar nuestros territorios, superar desigualdades ancestrales, crear una sociedad más equitativa y crearla a través del diálogo y del uso razonable de la autoridad del Estado buscando darle cimientos fuertes a la seguridad humana, escuchando, sobre todo escuchando a los más débiles”.

Las FARC critican el plebiscito

Iván Márquez, por su parte, destacó que el nuevo acuerdo de paz, al que él prefiere llamar “acuerdo de la esperanza”, es la victoria de Colombia. “El nuevo acuerdo es un poderoso instrumento para la democratización del país y para la materialización de los derechos de la gente”.

El jefe guerrillero no se mordió la lengua a la hora de criticar el plebiscito: “No era necesario. La paz es un derecho mayoritario. Además de atascar los mecanismo de implementación pusieron en serio riesgo cinco años de esfuerzos por la reconciliación”.

Y finalizó diciendo que “el solo acuerdo no es suficiente, porque un papel florecido de promesas puede ser arrastrado por el viento hacia el desierto de la nada”.