"¡Putas, salís de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que follaréis todas en la capea"!, así llamaban hace justo un año los estudiantes inscritos en el colegio mayor madrileño Elias Ahuja a las chicas del colegio mayor femenino de delante. En su momento, las imágenes se viralizaron y la indignación generalizada llevaron el colegio mayor a prometer acciones al respecto. Sin embargo, estas promesas han quedado aguadas. Por una parte, se expulsó el alumno que hacía de maestro de ceremonias de esta tradición, pero la expulsión fue temporal. También se prometió formación con perspectiva de género para los residentes de Elías Ahuja, la cual, un año después, todavía no ha llegado.

Según informa El País, el colegio estudió que los chicos siguieran uno de los talleres de la Unidad de Igualdad de la Universidad Complutense, centro en que Elías Ahuja está inscrito. Sin embargo, a medida que se diluía la polémica, esta opción iba perdiendo bastante hasta que se quedó en papel mojado.

Finalmente, la perspectiva más progresista de un curso en la Complutense se ha descartado y el colegio mayor apuesta por cumplir este compromiso público que adoptó hace un año en otro centro. Dos profesores de Psicología de la Universidad Francisco de Vitoria, administrada por los Legionarios de Cristo, y de agentes tutores de la Policía Municipal.

Un caso archivado

La Fiscalía de Madrid ha acordado el archivo de las diligencias de investigación abiertas contra un alumno de la residencia de estudiantes Elías Ahuja de Madrid por los gritos sexistas lanzados la noche del 2 de octubre del 2022 a las residentes del Colegio Mayor Santa Mònica. Las diligencias se incoaron a raíz de una denuncia de Movimiento contra la Intolerancia porque considera que los hechos podrían ser constitutivos de un delito de odio.

El febrero pasado, el alumno que inició los cánticos, a los cuales se sumaron el resto de estudiantes, manifestó ante|el fiscal que los gritos hacia las vecinas del Santa Mònica eran "una broma" que seguía "una tradición", negando que su intención fuera humillar a las chicas. El decreto de archivo del fiscal sostiene que los hechos son "irrespetuosos e insultantes para las mujeres" y las expresiones proferidas constituyen "un ataque a la dignidad individual o colectiva".

Según la Fiscalía, la acción investigada no se puede tipificar tampoco como un delito contra la integridad moral porque por eso hace falta que alguna de las personas destinatarias de las expresiones proferidas se hubiera sentido ofendida y "no consta que ninguna de las mujeres que se encontraban en la residencia haya denunciado los hechos".