Carlos Alegre es un joven madrileño de 24 años que estudia en Málaga desde hace 8 años. El joven costea sus estudios trabajando como repartidor de comida a domicilio. Entre entrega y entrega aprovecha para estudiar de los apuntes y prepararse los exámenes. Igual no son las mejores condiciones para prepararse, pero a este joven la luz de la farola le sirve. Circula por las redes una foto de Carlos sentado al bordillo de una escalera y estudiando de sus apuntes de Automoción.

Carlos, el repartidor que estudia bajo la farola

La puesta en escena sorprendió a Pedro G. Díaz, un policía local que no dudó en fotografiar al trabajador y compartir la escena en el grupo de Facebook Beneméritos G.C.

"Estaba estudiando los apuntes de la asignatura de chasis", cuenta Carlos al explicar qué hacía cuando Pedro le vió. Asegura también que este trabajo le permite "conseguir dinero y compatibilizar las clases y las prácticas". Y así puede pagar su curso y ayudar en casa. La publicación se viralizó en horas.Carlos Alegre / Telecinco

Carlos Alegre / Telecinco

Carlos no quiere ser ejemplo de nada y menos ante la situación laboral crítica que vive la juventud. "Hay gente que se lo curra. Es silenciosa. Va trabaja, estudia, no hace ruido". I añade: "en este trabajo hay muchos tiempos muertos. Yo lo veo normal. Para no perder el tiempo, me gusta ir mirando los apuntes. Hay mucha gente como yo, que trabaja y ayuda en casa". Entre pedido y pedido, un par de temas. 

Una generación sin mucho que perder

La cara positiva de esta historia es el ímpetu y dedicación de este curioso estudiante de prácticas y trabajador, que se costea los estudios y sueña con ser mecánico de Moto GP algún día. 

La cara negativa quizá sea la reflexión sobre la precariedad laboral o inexistente trabajo para la juventud. Sin trabajo, sin dinero y sin futuro. España abandera el paro juvenil en Europa: cuatro de cada diez no tienen trabajo. Y muchos de los trabajadores jóvenes reciben salarios ridículos. Primero golpeados por la Gran Recesión del 2008, ahora por la pandemia. Y es que quizá, durante las últimas protestas, detrás de la furia de los jóvenes catalanes, madrileños, valencianos... haya una generación cabreada y sin mucho que perder.