Si una cosa ha puesto de manifiesto el coronavirus y el confinamiento es la dificultad para concentrarse en algo. Mientras algunos pudieron pasar el confinamiento haciendo muchas cosas, buscando recetas, aprendiendo idiomas, escribiendo y poniéndose al día con todo lo que no habían tenido tiempo hasta entonces, otros se encontraron con dificultades para centrarse y focalizar sus esfuerzos en algo.
Además, los posibles problemas laborales, rupturas de pareja y un futuro más que incierto tampoco facilitaban las cosas. En este sentido, la concentración es una de las bases para la meditación. Y con el objetivo de facilitar este proceso y conseguir una mente clara, flexible y lúcida el profesor de yoga Pierra Feuga ha escrito el libro El arte de la concentración.
Portada del libro El arte de la concentración
Y es que concentrarse no es fácil. El autor resalta que hay una serie de factores que influyen de manera directa en eso. La importancia de la ropa y la importancia del momento para practicar la concentración son clave. También hace falta, sin embargo, escucharse y prestar atención con la postura corporal. Feuga ofrece, paso a paso, una serie de posturas corporales para tener éxito en la concentración y también ofrece algunos trucos con el fin de evitar obstáculos.
En el libro se describen algunas de las técnicas de concentración más adecuadas, según el autor, para cada persona. Una persona activa seguramente se orientará hacia el tantra –técnica tradicional para centrarse corporalmente sobre alguna disciplina concreta–, mientras que una mente rigurosa se interesará por los koans zen –problema que el maestro plantea al alumno– y por la famosa cuestión Ko'ham.
Dificultades para poner la mente en blanco
'¿En qué piensas? En nada'. Encontrarse respondiendo una pregunta de este tipo con esta misma respuesta no es algo fácil. Según Feuga, sin embargo, se puede llegar a ello después de crear las condiciones óptimas y bucear por el estado mental adecuado. En este sentido, también advierte que se tiene que ir entrenando poco a poco. A medida que el lector se adentra en las páginas del libro también va encontrando la manera de aprender a aprovechar los objetos que nos rodean en nuestro día a día para que nos faciliten esta difícil tarea de la concentración: una vela, un círculo en la pared... cualquier cosa puede ser susceptible de ayudar.
Una chica haciendo yoga / Unsplash
Los puntos más básicos
Los deberes y los objetivos a largo plazo, a veces, dan mucha pereza. Por ello, el autor ofrece un recorrido por diferentes aspectos de nuestro día a día que pueden entrenarse de manera casi involuntaria. Cuando nos despertamos, en el trabajo, al caminar, en las relaciones, en el amor, cuando comemos o incluso, en el transporte público.
Una persona realizando técnicas de concentración / Unsplash
Ahora bien, matiza un hecho. Si nos dedicamos una hora al día a practicar esta concentración, tendrá un valor relativo si no podemos concentrarnos en la vida cotidiana. Es decir, en el fondo, no se trata de aprender a no hacer nada de forma inconsciente sino de alcanzar un estado de serenidad y disfrutar del presente con calma y sencillez.
En definitiva, el libro pretende a través de explicaciones, ejercicios prácticos y consejos que ayuden a desarrollar la capacidad de atención, sea de forma consciente o inconsciente, conseguir decir adiós al estrés y a la ansiedad.