Los niños de Catalunya son los segundos de todo el Estado que tienen más riesgo de sufrir fenómenos climáticos extremos como sequías, inundaciones, incendios forestales u olas de calor, que podrían estar vinculados al cambio climático. Así se desprende de la segunda edición del informe Nacidos en la crisis climática que la ONG Save the Children ha elaborado con la Universidad Vrije de Bruselas. El trabajo, que ha evaluado qué pasaría con la infancia si la temperatura global aumentara 1,5 °C, 2,5 °C y 3,5 °C, también ha apuntado que a lo largo de su vida, el 96% de los niños y niñas catalanes sufrirán al menos uno de estos fenómenos cada año y que los nacidos en 2020 vivirán el doble o el triple de situaciones de esta tipología de las que afectaron a sus abuelos.

Así pues, Catalunya es la segunda comunidad autónoma del Estado donde los niños se encuentran con más riesgo de exposición a fenómenos climáticos extremos: el 96% de los niños sufrirá como mínimo uno cada año, solo por detrás de Aragón (97%). La Rioja (94%) y el País Valencià (93%) ocupan el tercero y el cuarto lugar de esta lista, respectivamente.

El estudio de Save the Children ha analizado tres posibles escenarios de cómo puede llegar a ser el calentamiento global el año 2100. Una línea analiza qué pasaría si se alcanza el objetivo acordado por los países que forman parte del Acuerdo de París: que el aumento de la temperatura media global no supere 1,5 °C. Pero también se dibujan los escenarios climáticos si la temperatura media global aumenta 2,5 °C —el compromiso alcanzado hasta ahora— o si no se toman medidas reales y el aumento supera los 3,5 °C. Así, ha avisado de que la previsión es que este incremento acabe siendo de 2,7 °C de la temperatura media global y ha advertido que si el escenario se cumple los niños nacidos en el 2020 tendrán el doble o el triple de posibilidades de estar expuestos a situaciones extremas que sus abuelos.

Una exposición sin precedente

En concreto, el documento ha recogido que el 90% de los niños y niñas nacidos en 2020 se enfrentarían a una exposición sin precedente a las olas de calor, enfrente del 26% de los nacidos en 1960; el 24% sufrirían sequías, en relación con el 8% de los de 1960; el 10% verían como se pierden las cosechas, un fenómeno que solo afectó al 4% de sus antepasados; y el 20% vivirían incendios forestales, unas situaciones que presenciaron el 3% de los pequeños que nacieron en la década de los sesenta.

La pobreza, un factor determinante

Por otra parte, el trabajo ha indicado que las niñas y los niños en situación de pobreza son los más expuestos a sufrir las consecuencias de este calentamiento global. Este hecho se explica porque las poblaciones más vulnerables viven en zonas mucho más impactados por los fenómenos climáticos extremos, además de tener una menor capacidad de adaptación. Por ejemplo, por todo el Estado, los territorios con ingresos más bajos, las escuelas y los domicilios, donde los niños y las niñas pasan la mayor parte del tiempo, pueden no haber sido diseñados para hacer frente a las olas de calor; es poco probable que tengan aire acondicionado o incluso que estén conectados a la electricidad y al agua.

Planes de adaptación al cambio climático

"Si presionamos los líderes políticos y la comunidad internacional para que den un paso adelante y limiten el calentamiento global a 1,5 °C, tal como se acordó en el Acuerdo de París, 58 millones de niñas y niños —casi la mitad de los 120 millones de niñas y niños que nacieron en 2020— se liberarían de experimentar fenómenos climáticos extremos peligrosos", ha apuntado Ona Lorda, responsable de políticas de infancia de Save the Children en Catalunya. Por eso, ha pedido planes de adaptación al cambio climático que tengan perspectiva de infancia y que den prioridad a una financiación climática que beneficie a los niños; proteja el derecho de los niños a vivir en un planeta seguro y sano; y que sean escuchados y puedan participar en las decisiones climáticas que afectan a su futuro.

"Todavía tenemos la oportunidad de proteger el planeta y protegernos entre nosotros. El bienestar de las generaciones futuras se decide hoy mismo. Actuar de manera inmediata no es solo una responsabilidad moral, sino también un deber que nos compromete legalmente con el futuro", ha sentenciado.