El 88% de las mujeres víctimas de ciberviolencias machistas no denuncia, según un informe del Instituto Català de les Dones (ICD) a partir de una investigación del Grupo de Investigación Antígona de la UAB.

La investigación se basa en 270 entrevistas online a mujeres y otros en profundidad a víctimas y expertos. De las 262 mujeres que contestaron, 259 (98,9%) declaraba haber recibido como mínimo un tipo de violencia a través de las TIC y los insultos o expresiones denigrantes para ser mujer eran el más frecuente (54,6%). En un 32,4% hubo acceso a cuentas o dispositivos sin consentimiento o manipulación de datos privados. En un 54,8% el autor era uno desconocido y en un 45,2% un conocido, de entre los cuales en el 62,4% había habido una relación sexoafectiva.

El agresor es la expareja en la mitad de los casos

Entre estos en que había habido relación, en el 45,3% de los casos el agresor es la expareja, en un 15,45% la actual par y en un 1,7% una persona con quién había tenido alguna relación. En un 21,4% de los casos los agresores habían sido amigos o amigas, en un 145% compañeros de clase y en un 12% compañeros de trabajo.

Los agresores eran mayoritariamente hombres (79,69%) y fueron agresiones individuales en un 79% de los casos, grupales en un 27% y masivas en un 5,8%. Los daños mayoritarios son los de carácter psicológico (76%).

Insultos o denigraciones

Las formas más frecuentes de ciberviolencias machistas detectadas son los insultos o expresiones discriminatorias o denigrantes, el acceso a las cuentas sin consentimiento y manipulación de datos privados, amenazas por canales digitales, el contacto y el acoso a las mujeres o las personas de su entorno, el seguimiento y vigilancia de sus movimientos y el uso de información falseada para confundir y hacer daño.

La mayoría de las víctimas no denunció, aunque un 33% iniciaron algún tipo de consulta o asesoramiento legal privado. El delito por lo que más se consultó fue el d''stalking' (20%), que es el acoso a través de las redes.

La investigación concluye que los principales obstáculos para los que no se denuncian estas situaciones son la ausencia de confidencialidad ya que no se permite la denuncia anónima y eso hace que muchas mujeres tengan miedo de las consecuencias. Otro se el anonimato de las personas agresoras que impiden su identificación, así como el hecho de que sabe que la denuncia no parará la situación que están sufriendo.

Olga Paz, del Grupo de Investigación Antígona, ha explicado que también hay falta de información porque ni las mujeres ni los operadores jurídicos identifican estas formas de ciberviolencias como violencias machistas y como constitutivas de delitos. Además, hay una dificultad por encontrar pruebas ya que son las propias mujeres las que las tienen que obtener y a menudo se necesita un nivel técnico alto para hacerlo.

Para hacer frente, muchas mujeres optan por el 'apagón' digital y se dan de baja de todas las redes sociales y dejan de hacer uso de internet durante una temporada. De otros en cambio, optan por denunciar públicamente la situación a las propias redes digitales, aunque eso a veces puede provocar un empeoramiento de la situación de violencia que se sufría.

El estudio concluye que hay una disparidad de tipos penales aplicables a las diferentes formas de ciberviolèncices machistas y una falta de adecuación y de los tipos penales delante de estas. Además, las medidas cautelares que normalmente se aplican en violencias machistas analógicas no sirven en estos casos.

Paz ha apuntado también el hecho que, más allá de denunciar o no, este tipo de violencias se "viralizan" y una vez tiradas en la red no se pueden controlar. "La autoría se difumina y el daño es exponencial", ha manifestado.

Más ciberacoso durante el confinamiento

Por otra parte, Paz ha apuntado que, aunque no disponen todavía de datos porque la investigación hace referencia al último trimestre del 2019, "todo hace pensar" que las ciberviolencias machistas también han aumentado durante el confinamiento para la covid-19. Ha manifestado que el ámbito doméstico es "un espacio muy cerrado" y que eso dificulta la detección de estos posibles casos.

De su lado, la consellera de la Presidencia, Mertixell Budó, ha afirmado que las ciberviolencias son "una forma más de expresión" y una "amplificación" de las violencias machistas. En este sentido, ha expresado el compromiso del Gobierno en la lucha contra este fenómeno y también la apuesta para favorecer la investigación sobre las nuevas formas de violencia machista que vayan apareciendo a laso sociedad. "Hace falta hacer una diagnosis correcta y continuada por poder implementar políticas públicas adecuadas y hacer frente a las violencias hacia las mujeres", ha declarado.