La aventura de este Sant Jordi como florista, en mi caso particular empieza ayer a las diez de la noche, cuando llamo a Maria Ponsà (1953, Barcelona) que descuelga el teléfono desde la tienda mientras hacía los últimos preparativos. "Mañana a las 7h delante de la floristería", me dijo. Maria Ponsà Flors es la tienda que abrieron sus abuelos en 1.920, hace más de 100 años, en Rambla Catalunya con calle Còrsega, y que a día de hoy lleva ella.

"Yo nací literalmente en la tienda", explica, que recuerda como desde siempre ha celebrado el Sant Jordi montando la parada en la calle. Antes de colgar el teléfono, le pregunto; ¿Y como afrontáis las ventas de este año, después de un año marcado por la pandemia del coronavirus? Con un tono de voz pausado, tranquilo y cansado, me dijo; "estamos agotados y casi sin rosas, hoy ha venido mucha gente y hemos vendido unas dos o tres mil. Sólo nos quedan mil para mañana".

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Foto: Sergi Alcazar

23 de abril, día de Sant Jordi

6:00h Suena el despertador. Os mentiría si os dijera que me ha costado levantarme. Tengo la ilusión de pasar esta jornada de Sant Jordi en el meollo, al lado de los floristas y de los libreros que hace dos años que no pueden sacar sus paradas en las calles. Me visto rápido y salgo de casa sin desayuno. Con la moto, con cinco minutos me planto en la Rambla, donde pasaré el día vendiendo todo tipo de rosas y de flores.

7:00h nos encontramos delante de la floristería algunos trabajadores mientras esperamos a Maria, que llega al cabo de pocos minutos. Entramos dentro de la tienda y Maria convoca una reunión con todo el equipo para organizar las tareas. Mientras tanto, Joan, un amigo de toda la vida, anota con un papel los cafés que pedirá en el bar del lado para poder desayunar y empezar el día bien despiertos.

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Foto: Guillem Maneja

7:20h A duras penas se ha montado la parada que Joaquim ya compra y se lleva la primera rosa roja del día. Lo miro mientras se marcha todo contento, con la flor que regalará bajo su brazo. Minutos más tarde, a las 8 de la mañana y con la parada todavía a medio montar, se forman las primeras colas. En este sector de la Rambla, la parada de Maria no tiene competencia. Sólo metros más arriba, la Diputación de Barcelona ha montado una parada de libros. El resto de la Rambla, vacía, ninguna parada, como un día cualquiera.

Se añaden nuevos miembros al equipo para ayudar con una jornada que para la mayoría de floristas se convierte con el récord de ventas. De la parada a la tienda y de la tienda en la parada -y en medio, momentos para coger el portátil y escribir el artículo, claro-. Cada vez que entro dentro, es un placer para todos los sentidos. Maria Ponsà Flors es una tienda pequeña y estrecha, y como no podía ser de otra forma, desprende una mezcla de olores que te transportan en un campo florido en plena primavera.

Por WhatsApp nos intercambiamos un 'Buen día y un feliz San Jordi' con Marta, la otra compañera del diario que le ha tocado madrugar y que hoy, comparte 12 horas en la vida de una librera. Ella está en Girona y más tarde vendrá a Barcelona a acabar la jornada.

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Foto: Sergi Alcazar

8:45h Maria sale de la tienda y da una ojeada para ver cómo va la parada. Hasta ahora, había estado dentro preparando encargos, pedidos, y haciendo los ramos que muchos clientes le van pidiendo. En los cinco pasos que separan la parada de la tienda, le pregunto; ¿como vas Maria? [Suspira y sigue contenta, sonriendo].

10h Ya hace rato que todo el equipo trabaja sin pausa. Pere es uno de los clientes que hace cola. Me explica que viene a comprar rosas para las seis trabajadoras de la empresa. Como él, Gemma, también viene a buscar rosas para las compañeras de trabajo. "Viviremos un Sant Jordi mejor que el año pasado", dice sonriente por debajo de la mascarilla. A pesar de la excepcionalidad del momento, en las calles se respira la ilusión y las ganas de vivir una festividad que los catalanes celebramos escapándonos del trabajo, paseando, y regalando libros y rosas a las personas que más amamos. 

"Me quedaré la clásica y quiero doce, nueve por la oficina y tres para la familia," dice Marc, que añade que le molesta profundamente cuándo se aprovecha para hacer un uso partidista con los colores de las rosas. Y sigue; "viviré este Sant Jordi con total normalidad, intentando olvidar el del año pasado". Detrás suyo, Carles también espera para comprar tres rosas para las compañeras de trabajo. Dice pero que al llegar a Sabadell -de donde es el joven que trabaja en Barcelona-, comprará tres más para la familia. Las ventas no paran y la cola, se hace cada vez más larga.

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Foto. Sergi Alcazar

La roja, la reina de Sant Jordi

Son muchos, los que se detienen a fotografiar la parada y la floristería de Maria. La suya, es una tienda histórica de la ciudad que de por sí, ya invita a detenerse para observar la magnífica buganvilla que tiene en la puerta y que, como una viña, forma un paso entre la fachada de la tienda y el árbol que tiene plantado en frente. "Teníamos un pequeño grupo de buganvillas y una quedó sin vender, quedó sola, pequeña, marchitada, con dos hojas... No la quise tirar y la planté en la cepa del árbol, ahora hace 21 años"!. Una fantástica planta, decorada estos días con rosas rojas, la reina de Sant Jordi.

Hablando de la buganvilla, pasa por delante de la floristería el ex-alcalde de Barcelona, Xavier Trias; "prepárame 4 rosas Maria, las pasaré a buscar más tarde". Las ventas siguen y detengo a un chico que se lleva una rosa amarilla. ¡Ep! Su nombre es Joel. ¿Y eso, a quien le regalarás la rosa amarilla, Joel? "Es para mi mía mujer. Siempre le he comprado roja, pero este año le he cogido amarilla porque es la que le gusta más". Joel nos explica que al mediodía celebrarán la festividad comiendo juntos, porque la mujer trabaja, y por la noche en casa "un plan más tranquilo".

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Foto: Sergi Alcazar

"La rosa roja es la estrella, pero en tiempo de pandemia han aparecido las ganas de plantar, cultivar y cuidar plantas, por eso también vendemos mucho los rosales de pitimini. ¡Ah, y otra estrella! El corazón vegetal, una planta en forma de corazón que le crecen corazones más pequeños", explica la florista.

11h Maria tiene golpes escondidos y mantiene una gran amistad con la cantautora Lídia Pujol, que viene a cantar algunas de las canciones de su último álbum 'Conversando con Cecilia', delante de la tienda. "Yo pasaba por aquí a menudo y siempre pensaba que quería cantar un Sant Jordi bajo la buganvilla, así que un día entré y conocí a Maria. ¡De hecho, el próximo videoclip que estreno la semana que viene es grabado aquí"!, explica la cantante.

Vídeo: Guillem Maneja

Vuelve el ex-alcalde Trias y mientras le preparan las rosas, aprovecho para charlar con él dentro de la floristería. "Es bonita esta tienda, tiene una filosofía especial", dice. ¿Y cómo pasará el Sant Jordi, señor Trias? "Este Sant Jordi es diferente pero por la tarde vienen todos los nietos en casa, como cada año".

12:20h Ya me he descontado de las veces que he entrado y he salido de la floristería. Todo el equipo va con prisas, dándolo todo para intentar hacer esperar al mínimo a los clientes que hacen cola y, a la vez, atendiendo con un trato excelente a todo el mundo que les hace sus demandas; ¡"Quiero un ramo de 20 rosas solas"!, "yo quiero una amarilla y tres rojas", "yo sólo quiero una para regalarle a mi madre"!...

14:35h Pausa para comer y tiempo para escribir. Hablando de tiempo, hoy hace un día inmejorable, tal como nos pronosticaron Puig y Usart ayer, en esta entrevista publicada en El Nacional. Me cruzo con Maria y me comenta que han pedido más rosas, "unas 500 más".

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Foto: Sergi Alcazar

16:10h Las ventas no paran y parece que la cola no avance, siempre hay gente. La florista dice que ya se lo esperaba, de hecho, por eso ha preparado unos regalos para sus clientes, unas fantásticas ilustraciones de Àlex Raventós de su floristería. "Esta es una de las tarjetas que tenemos, un cuadro muy bonito que cuando lo pintó, dijo que no podía, decía que no sabía qué parte de la tienda pintar porque todas le gustaban. Finalmente las acabó juntando todas con un fantástico resultado".

La buganvilla de Maria, una icona de Barcelona

17h Ya llevamos unas cuantas horas en la parada vendiendo rosas. Un tiempo suficiente por darme cuenta como la buganvilla de Maria, es todo un atractivo para la clientela y para todos aquellos que cruzan el chaflán donde se encuentra la tienda. "Muchos vienen expresamente a pasar por debajo, y cuando florece, es espectacular", apunta Maria, que recuerda disgustada la multa de 1.800 euros que recibió del Ayuntamiento para tener la planta en la calle. "Recogimos más de 600.000 firmas en dos meses y sin hacer nada. Sólo informé a los clientes y ellos mismos, se encargaron". La buganvilla de Maria es todo un icono de Barcelona. La gente se para, la fotografía y como dice la florista, "se la siente suya".

19h Casi llevamos 12 horas trabajando. El cansancio entre el equipo se empieza a hacer visible, pero la ilusión de la jornada, los hace mantener un comportamiento y unas formas excelentes entre ellos y con el trato con su clientela. ¡Es admirable!

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Foto: Sergi Alcazar

Pero las sorpresas no se detienen, la última es de las grandes y os prometo que da su risa. Entro por milésima vez dentro de la tienda -que también os digo, no me cansaría nunca de entrar- y me encuentro a su propietaria mirando el techo. ¿A quién se dirige? "Mira, esta paloma vive aquí, nació en un nido de la buganvilla de delante de la floristería y su madre fué comida por una gaviota". ¿Una gaviota? "Sí. Nosotros la hemos ido cuidando y de hecho, fuimos hasta el Pirineo para dejarla en libertad. Al volver al coche, la paloma ya era dentro".

Una pequeña paloma que cuida, alimenta y a quien parece que -a diferencia de los catalanes, que salimos y nos gusta celebrar un día tan especial paseando por plazas y calles-, el animal prefiere quedarse dentro, sobre uno de los espejos que tiene Maria donde ha hecho su nido. Desde allí, observa a todo el panorama, carrerillas arriba, carrerillas abajo, pero con la alegría de celebrar una de las fiestas que más gustan a todos los catalanes; ¡felicidades a todos los Jordis y Jordines!