El infarto de miocardio que sufrió ayer el portero Iker Casillas sorprendió prácticamente a todo el mundo. ¿Cómo es posible que pueda afectar un joven deportista, que lleva una vida saludable, sin sobrepeso y que no fuma?

Este episodio tiene lugar cuando se produce un atasco en una de las arterias que llegan al corazón, debido a una obstrucción o a una estrechez de la misma. Lo cierto es que, según reconocen los expertos, cualquier persona puede tener un infarto a lo largo de su vida.

Cualquier persona puede tener un infarto a lo largo de su vida.

Los deportistas de élite, por ejemplo, debido al sobreesfuerzo físico al que se ven sometidos durante su carrera. Sin embargo, existe un perfil de persona de riesgo con una mayor probabilidad de sufrirlo: varón, de 66 años de edad y con unos factores previos de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir un infarto, tales como obesidad o sobrepeso, hipertensión, colesterol alto y tabaquismo.

Alrededor del 50 por ciento de los pacientes que sufren un fallo cardiaco tiene sobrepeso y un 25 por ciento obesidad; otro factor de riesgo, la hipertensión arterial está presente en un 62 por ciento de los casos. Otro 53% padece dislipemia (concentración elevada de lípidos en la sangre) y un 36% es fumador.

Los síntomas más comunes que indican que se puede estar sufriendo un infarto son la presión torácica con sensación de malestar, el dolor opresivo en el pecho que se suele extender a los brazos, y la sensación de mareo, sudoración, náuseas o dificultad para respirar.

Al parecer, el exportero del Real Madrid comenzó a sentir molestias en el pecho, brazos y boca mientras estaba ejercitándose en el entrenamiento, por lo que acudió a los médicos de su equipo que le trasladaron inmediatamente al hospital. Sin embargo, en algunos casos se puede estar sufriendo un episodio de este tipo sin presentar síntomas tan evidentes. De hecho, aproximadamente un tercio de las víctimas de infarto de miocardio no sienten dolor y sí falta de aire y náuseas o ansiedad.

Lo que sí es muy importante es acudir muy rápido al hospital en cuanto se presenten los síntomas, entre otras cosas porque el riesgo principal del infarto agudo de miocardio se produce antes de ingresar en el hospital, fase en la que  la mortalidad supera el 40%. Si se acude pronto a urgencias –en el intervalo desde que se produce hasta cuatro horas después– las complicaciones son, en general, poco frecuentes, pues los tratamientos que se llevan a cabo en la actualidad (angioplastia o trombolisis) son muy efectivos.

En cuanto a la prevención, teniendo en cuenta cuál es el perfil de riesgo principal, lo más adecuado es la adopción de unos hábitos de vida saludables: una dieta equilibrada, ejercicio físico con moderación tres o cuatro días a la semana, mantenerse en un peso ideal, no fumar y no beber. Con estas premisas, la probabilidad de sufrir un infarto se reduce notablemente.