Parece que alguien haya dado la orden que todos los diarios publiquen la fotografía de la Unidad Militar de Emergencias del ejército español, cubiertos con sus monos blancos integrales, gafas completas, guantes extra, calzado cubierto, aspersores de desinfectante y toda la pesca. De película. La cosa es que ayer, en Alcarràs (Segrià, 9.500 almas) y hace una semana en Almacelles (Segrià, 6.800 almas), hicieron pasar por el pueblo un tractor con unos pulverizadores con "un bactericida/viricida inocuo para las personas, 100% biodegradable y respetuoso con el medio ambiente," según explica el ayuntamiento en su Instagram.

A los ayuntamientos y a la UME, esas fotos no les dan ni frío ni calor. Los soldados hacen lo que les mandan y se ponen a ello por las vidas de otros, sin escatimar horas y afanes. Son ejemplares. Exactamente como esos dos ayuntamientos —y muchos más— y sus tractoristas desconocidos. Estos, sin embargo, no tienen la suerte de brillar en las portadas. Quizás, vaya usted a saber, soldados y tractoristas derramaban el mismo producto inocuo. No será por el bactericida/viricida (o sí) pero Alcarràs no cuenta ningún caso de coronavirus. El gobierno español no puede decir lo mismo.

Dirás que todo esto es demagogia barata. Tienes razón: lo es. Tan barata como la propaganda que supone, con la que está cayendo, la postal de la UME en las portadas de los diarios. Por eso la OMS no se ha dejado engañar y, aunque no lo verás en las portadas, ha tirado de las orejas a España.

El caso es que solo El Periódico tiene la sensibilidad de abrir portada con la dureza de las consecuencias de la pandemia en todo el país y no con un ejercicio de anestesia social. En Catalunya, explica el diario de los Moll, se han presentado 88 ERTE en dos días. Afectan a 20.000 trabajadores. En toda España son 60.000 —El País, que lo cuenta por debajo de su primera, dice que suman 100.000. Eso es real. Ara lo dice en un recorte. El resto, nah. El Punt Avui lleva un gráfico donde se ve lo que los expertos habían avisado hace días: que esta semana la afectación del Covid-19 entra en fase exponencial. A El País le preocupa más la politiqueta (gobierno y oposición se han puesto de acuerdo, ¡oh!). En La Vanguardia, Ara, El Mundo y ABC les inquieta más el cierre de fronteras. La Razón da preferencia a la entrevista alfombra a la presidenta de la Comunidad de Madrid, que afirma cosas con un riesgo altísimo de tener que comérselas con patatas dentro de un mes. Eso, que hoy El Periódico ha ganado el día.

'El País' grita ¡Viva el Rey!

Nota aparte para el editorial de El País sobre el último escándalo de la Casa Real española. El diario de los progres viejos, el llamado "intelectual colectivo de la Transición", argumenta que no se debe confundir la persona del rey (el emérito) con la institución monárquica. Lo hace con la clásica pirotecnia retórica de salpicar los párrafos con las palabras mágicas habituales: justicia, rigor, escrupuloso, Constitución, cumplimiento, etcétera, etcétera.

El argumento central es que no hay que confundir la persona del Rey con la monarquía. Habrá hecho levantar la ceja a más de un monárquico —y por más de un motivo. Aquí tienes apenas uno, dicho en passant. Quizás quien aplicó ese argumento con un "rigor" más "escrupuloso" y "en cumplimiento de la ley", fue el general Franco, que dictaminó, mediante referéndum, que España "es un Estado [que] se declara constituido en Reino" al que no le hacía falta ningún rey porque ya estaba él. Hasta que pasó por la piedra a Juan Carlos como sucesor suyo "a título de Rey", en 1969, tras haberlo arrancado a su padre, Juan de Borbón, para hacerse cargo de su educación. Mira por donde, quien sabía de verdad "distinguir las instituciones y las personas", como dice El País, era el Generalísimo. Y aunque muerto Franco, muerto el franquismo, se conoce que dejó buena escuela y buenos discípulos.

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