La esperanza de vida no deja de crecer en los últimos años, lo que está produciendo una auténtica revolución a todos los niveles, también en el sanitario. Las políticas han tenido que adaptarse y pasar a un modelo centrado en el cuidado de las personas mayores, que viven más años pero que requieren más atención debido a enfermedades crónicas o incapacidades. Así como en los hospitales, centros de salud y demás existen profesionales que les atienden, en el hogar la mayoría de las veces son familiares u otras personas que no son profesionales y tienen que enfrentarse a situaciones complicadas.

“Tenemos un reto muy importante por delante y nosotros como cuidadores profesionales, consideramos fundamental apoyar y regular la función que llevan a cabo todas estas personas, con una carga emocional y psicológica brutal, que muchas veces merma enormemente su salud mental y, además, no cuentan con la formación necesaria para enfrentarse a esta situación”, afirman desde el Consejo General de Enfermería.

Según los últimos datos publicados por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, un estudio de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) calcula que el 34% de las personas mayores de 65 años necesitan apoyos o cuidados en su día a día. Además, se estima que más del 85% de los cuidadores no profesionales son mujeres, lo que aumenta todavía más el sesgo de género que ya existe en la sociedad, discriminándolas y poniéndolas una vez más en el punto de mira de un mundo que perpetúa comportamientos y situaciones machistas.

“Muchas de estas mujeres se ven obligadas a abandonar su vida social y laboral para hacerse cargo de sus familiares y no podemos hacer oídos sordos a esta situación. Hay que apoyarlas con recursos económicos, pero también con recursos sanitarios. Deben poder acudir a profesionales expertos que les asesoren y den las claves para conocer cómo enfrentarse a esta realidad que les ha venido sin previo aviso y puede afectarles enormemente”, apuntan desde esta institución.

EnfermeroLa pandemia de la Covid-19 ha agravado enormemente la situación tanto de las personas dependientes como la de sus cuidadores. Si mejorar la vida de estas personas ya era un reto en 2019, ahora, tras 20 meses durísimos de crisis sanitaria, se hace todavía más necesario abordar esta realidad. “Ahora ya no vale como excusa la pandemia, las administraciones deben trabajar por y para la sociedad. Una sociedad entre la que se encuentran estos cuidadores, que deben dejar de ser invisibles para ser una parte activa en los presupuestos y leyes de nuestro país”, subraya el presidente de las enfermeras.

Es necesario abordar problemas como la frustración que muchas veces sienten estos cuidadores por considerar que no son suficientemente capaces de atender a sus familiares de la mejor manera posible. Es importante que sepan que se están enfrentando a una situación desconocida para ellos y que, además, deben tomarse su tiempo. Hay que recordarles que deben descansar y que, por supuesto, pueden equivocarse sin ser culpables de nada. Querer desconectar y dedicarse tiempo no tiene que suponer una losa más sobre sus espaldas, sino ser una vía de escape para estos momentos tan complicados.

Por si fuera poco, la Ley de la Dependencia nació sin financiación específica y después de 15 años de su publicación las ayudas a personas dependientes y sus familias llegan tarde y son insuficientes, es necesario incrementar la financiación en dependencia y priorizar el cuidado y atención de los cuidadores no profesionales. Hay que evitar que claudiquen en su tarea de cuidadores y para ello las enfermeras y enfermeros juegan un papel protagonista, facilitando recursos de apoyo, proporcionando formación y educación sanitaria, evaluando la posible claudicación del cuidador y generando alternativas a tiempo que sirvan de soporte y favorezcan la continuidad de los cuidados no profesionales, mejorando de esta forma la calidad de vida de las personas con dependencia y patologías crónicas complejas.