Cuando nos enfrentamos a un peligro inesperado o a una persona violenta, el cuerpo se transforma en un instante. Se intensifica la frecuencia cardíaca, la respiración se acelera y nuestro organismo recibe inmediatamente una dosis extra de glucosa que nos prepara para una situación de estrés agudo en el que debemos decidir si salir corriendo o enfrentarnos al peligro.

Hasta ahora se pensaba que estos cambios fisiológicos eran provocados en parte por la hormona adrenalina. Pero un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Columbia sugiere que los animales vertebrados óseos no pueden conseguir esta capacidad de respuesta al peligro sin su esqueleto.

Los científicos vieron en ratones y en seres humanos que prácticamente después de que el cerebro reconoce el peligro, este le indica al esqueleto que inunde el torrente sanguíneo con osteocalcina derivada de los huesos, que es la hormona necesaria para activar la respuesta de lucha o huida.

Miedo corriendo

En palabras de los investigadores de Columbia, “la visión de los huesos como un simple conjunto de tubos calcificados está profundamente arraigada en nuestra cultura biomédica”. Pero una década atrás, el mismo equipo de científicos ya planteó la hipótesis y demostró que el esqueleto tiene influencias ocultas en otros órganos del cuerpo. Esa investigación reveló que el esqueleto libera osteocalcina, que viaja a través del torrente sanguíneo para afectar las funciones biológicas del cerebro, el páncreas,  los músculos y otros órganos.

Desde entonces, una serie de estudios ha demostrado que la osteocalcina ayuda a regular el metabolismo al aumentar la capacidad de las células para absorber glucosa, mejora la memoria y ayuda a los animales a correr más rápido y con mayor resistencia.

La investigación

En el nuevo estudio, los investigadores presentaron a los ratones orina de depredador y otros factores estresantes y buscaron cambios en el torrente sanguíneo. En un par de minutos, vieron un aumento en los niveles de osteocalcina. De manera parecida, los investigadores descubrieron que la osteocalcina también aumenta en las personas cuando están sometidas al estrés de hablar en público o cuando se les somete a un interrogatorio.

Cuando aumentaron los niveles de osteocalcina, la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal y los niveles de glucosa en sangre en los ratones también aumentaron a medida que comenzó la respuesta ante un estado de estrés agudo.

Pánico

Sin embargo, los ratones que habían sido modificados genéticamente para que no pudieran producir osteocalcina, no respondían al factor estresante. Pero para que no hubiera ningún tipo de duda, los científicos realizaron una prueba más. Inyectaron grandes cantidades de osteocalcina a los roedores modificados genéticamente y esto les provocó una respuesta ante situaciones de estrés agudo.

De igual forma, los hallazgos de este estudio les permitió explicar por qué los animales sin glándulas suprarrenales y pacientes con insuficiencia suprarrenal –sin medios para producir adrenalina u otras hormonas suprarrenales– pueden desarrollar una respuesta al estrés agudo. De esta manera, pudieron dar por buena la conclusión de que la osteocalcina es el elemento clave y que la adrenalina no tiene que ver con la respuesta ante un peligro repentino.