Hoy es el Día Mundial del Cáncer de Próstata, uno de los de mayor prevalencia del mundo entre los hombres. Gracias a la investigación que se ha realizado en los últimos años, si se detecta en las primeras etapas las posibilidades de curación son muy altas. El cáncer comienza a desarrollarse en la glándula prostática, que se encuentra entre el pene y la vejiga. La próstata tiene varias funciones, entre otras cosas producir el fluido que nutre y transporta el esperma y la secreción del antígeno prostático específico o PSA, una proteína que ayuda al semen a retener su estado líquido ayudando a controlar la orina.

Se calcula que alrededor de 1 de cada 9 hombres recibirán un diagnóstico de cáncer de próstata en algún momento de su vida. En el tratamiento y la curación, juega un papel clave la detección temprana. Por eso los exámenes rutinarios de prevención son muy recomendables, porque permite a los médicos detectar casos antes de que estos se propaguen. El problema, es que a menudo no hay síntomas durante las primeras etapas del cáncer de próstata. Generalmente, para llegar a su diagnóstico en primer lugar se miden los niveles de PSA en la sangre. Si son altos, el cáncer puede estar presente.

Hombre pantalón

Aquellos que presentan síntomas, suelen notar dificultad para comenzar y mantener la micción, ganas frecuentes de orinar, aparición de sangre en la orina –especialmente por la noche- dolor a la hora de orina, en la erección o la eyaculación y molestias al sentarse, si la próstata está muy agrandada. En los casos más avanzados se puede producir una fractura ósea o dolor de huesos, especialmente en las caderas y piernas, edema o hinchazón en las piernas o los pies, pérdida de peso, cansancio, cambios en los hábitos intestinales, y en algunas ocasiones, intenso dolor de espalda.

Si se confirma la presencia del cáncer mediante biopsia, el tratamiento depende, entre otros factores, de la etapa en la que se encuentre. Si el cáncer es muy pequeño y localizado, a veces no se llega a operar y se controlan exhaustivamente los niveles de PSA en sangre, con el objetivo de examinar su evolución. Si el cáncer crece lentamente y el riesgo de efectos secundarios es mayor, se suele realizar una prostatectomía, que consiste en extirpar la glándula prostática mediante cirugía laparoscópica o abierta. Posteriormente se puede llevar a cabo una radioterapia, que se dirige a un área específica, minimizando el riesgo para el tejido sano.

Si el cáncer está más avanzado y hay riesgo o se confirma su diseminación por todo el cuerpo, las opciones de tratamiento cambian. Generalmente se lleva a cabo una quimioterapia y una terapia hormonal para detener o retrasar el crecimiento de las células cancerosas. Una opción es someterse a una cirugía para extirpar los testículos, que producen la mayoría de las hormonas del cuerpo.

Cáncer próstata

El cáncer de próstata y muchos de sus tratamientos afectan a la fertilidad de varias maneras. Por ejemplo, si un hombre se somete a una cirugía para extirpar la glándula prostática o los testículos, afectará a la producción de semen y la fertilidad. Además, la radioterapia puede afectar el tejido prostático, dañar los espermatozoides y reducir la cantidad de semen para transportarlo. El tratamiento hormonal también puede afectar la fertilidad.