Comer es una de las acciones básicas tanto del ser humano como de cualquier otro animal. A lo largo de la historia, la nutrición ha supuesto un destacado acontecimiento social. La hora de juntarse para garantizar la supervivencia y el placer compartiendo el alimento. Pero miles de años de evolución alrededor de una comida han acabado en nuestros días con individuos solitarios comiendo anodinamente frente a la pantalla de un ordenador o, en familia, frente a la de un televisor.

La televisión se convierte en un miembro más de la mayoría de las familias que se sientan alrededor de la mesa para cenar, aunque sea la única comida del día que comparten. Sea como sea, ya no prestamos atención al simple hecho de comer. De la misma manera, cuando tenemos mucho trabajo, lo primero que sacrificamos son minutos de nuestro tiempo para comer.

Comida consciente

Lo cierto es que comer sigue siendo el acto más básico para nuestra supervivencia, pero le hemos quitado la importancia que merece. Para revertir esta situación apareció el mindful eating: en lugar de “comer por comer” de forma casi automática, a veces sin hambre y sin disfrutar de lo que nos llevamos a la boca, este estilo de vida -que no dieta- promueve el hecho de comer conscientemente, escuchando nuestras sensaciones, disfrutando de los alimentos y comiendo lo que nos pide el cuerpo, ni más ni menos.

Lo más importante para iniciarse en el mindful eating es tener paciencia, porque por mucho que nos lo pueda parecer no es un proceso sencillo. Y eso que “solo” se trata de prestar atención a nuestro cuerpo para entender lo que nos pide cuando lo alimentamos. ¿Preparados para adentrarnos en la comida consciente?

1. ¿Realmente tienes hambre?

El primer paso puede parecer simple, pero es el más importante. ¿Tenemos hambre o comemos por comer, simplemente porque toca o para matar el tiempo? Para empezar a conocer nuestro cuerpo tenemos que hacernos la pregunta y reconocer si realmente nos apetece comer en este momento.

2. Escucha a tu estómago

Plena atención en lo que nos pide el estómago: ¿nos pide comer o solo tenemos sed? Escuchando las diferentes sensaciones antes de comer, pero también durante y después de hacerlo, empezaremos a entender cuándo y sobre todo cuánto comer, así como a diferenciar el hambre de la sed e incluso del aburrimiento.
beure aigua

Hombre bebe agua mientras trabaja en el ordenador

3. Atención plena

Cuando estemos comiendo, toda nuestra atención tiene que trasladarse al acto de comer, percibiendo olores, sabores, y demás sensaciones de la comida que tenemos delante.

4. Comer con frecuencia

No es necesario comer solo cuando nuestro estómago no deja de rugir pidiendo ser alimentado. No se trata de esperar hasta que no podamos aguantar el hambre, sino de hacerlo de manera regular y en cantidades moderadas. Comer de forma consciente también implica alimentar a nuestro cuerpo de manera regular, cada tres o cuatro horas.

5. ¡Disfruta!

Dejemos de convertir las comidas en acciones mecánicas y centrémonos en disfrutar de la compañía, la comida y el momento. Un consejo: comidas de mínimo 20-25 minutos, respirando hondo un par de veces antes de empezar y haciendo una pequeña pausa a mitad de la comida para escuchar si nuestro estómago nos pide que nos terminemos el plato o ya se siente lleno.

menjar restaurant

Mujer comiendo en un restaurante

6. Nunca de pie

¿Existe algo más incómodo que comer de pie? Es realmente importante encontrar un espacio donde poder comer con tranquilidad, sentados y que solamente usemos para comer, da igual si es en casa o en el trabajo.

7. ¡Sin distracciones!

Como decíamos, la televisión se convierte en uno más de la familia a la hora de comer o cenar. Además de alejar nuestra atención de lo verdaderamente importante, cuando nos concentramos en la pantalla del ordenador, la televisión o el móvil, nuestro cerebro da por hecho que no hemos comido, por lo que nuestro estómago seguirá demandando alimento.

comida movil

Mujer comiendo mientras mira el móvil

8. Sin alargar comidas

Terminar de comer y quedarse charlando con los compañeros o la familia es un clásico, pero es mejor trasladar la conversación a otro lugar. Si nos quedamos en el comedor, nuestra mente asociará ese lugar con el hambre y volveremos a tener ganas de comer al poco rato. Como decíamos: el sitio donde comemos debe utilizarse solo para eso, para comer.

Adoptando esta serie de hábitos que influyen en nuestra relación con la comida obtendremos resultados a largo plazo, sin hacer ninguna dieta, sin privarnos de ciertos alimentos y disfrutando mucho más de cada bocado, sin culpas y sin miedos. Al fin y al cabo, la esencia del Mindful Eating no es otra que comer es un placer pero, precisamente por ello, ¡hazlo con la cabeza!