Australia ha registrado desde el inicio de la pandemia un total de 28.857 casos positivos de coronavirus y 909 muertos. En las últimas 24 horas, solo se han notificado 7 nuevos positivos, según la Universidad Johns Hopkins (JHU). Unas cifras muy alejadas de las de España, por ejemplo, con más de 2,99 millones de casos desde el inicio de la pandemia y 62.295 víctimas mortales. Una de las cosas que ha hecho que la incidencia del coronavirus en Australia sea tan baja es el cierre de fronteras que puso en marcha cuando se detectaron los primeros casos. De hecho, hace unos días, los científicos hablaban de la ventaja de ser una isla en plena pandemia y como este hecho había ayudado a Taiwán y Nueva Zelanda a luchar contra el virus.

Pero ser una isla no ha sido el único punto clave de la estrategia australiana. De hecho, el sistema de cuarentena hotelera ha tenido mucho que ver en esta baja incidencia del virus en el país. Si Australia ha conseguido tener una transmisión tan baja del virus, es, en parte, por las cuarentenas hoteleras que son obligatorias en el país.

Aumento de casos aislados

Una medida que a pesar de demostrarse efectiva no siempre funciona. Y menos cuando alguien se salta las normas. Australia ha vivido los últimos meses una serie de casos aislados que han provocado alarma y confinamientos de tres ciudades para prevenir los brotes. Se sabe que estos pequeños sustos han sido derivados de gente que no ha cumplido la cuarentena como tenía que hacerse.

Tal como recoge la BBC, Australia solo permite la entrada al país de residentes que retornan después de completar una cuarentena de 14 días en estos hoteles. Más de 211.000 personas han pasado por esta cuarentena. Un sistema, por otra parte, que tampoco es nuevo porque también se aplica a Nueva Zelanda, Corea del Sur y Singapur.

El problema es que si alguien no hace la cuarentena bien o el virus consigue colarse por algún lugar, las consecuencias son importantes. Sobre todo, porque las restricciones en el país no son especialmente fuertes. El mes de julio pasado, un viajero infectó a un guardia del hotel donde hacía cuarentena y este llevó el virus a la comunidad. El brote resultante, según recoge la cadena británica, ha comportado más del 90% de los 29.000 casos del país y 909 muertos. Después de un severo confinamiento, se superó el brote.

El virus no se detiene

Algunas personas que se han saltado esta cuarentena hotelera, han provocado sustos en Adelaida, en noviembre y en Brisbane el mes pasado, según recoge la BBC. Perth y Melbourne habrían sufrido situaciones similares. Pero también los hay que han seguido estrictamente la cuarentena. La mayoría de casos, son los mismos profesionales que trabajan en los hoteles que se habrían contagiado sin saberlo y habrían llevado el virus a la comunidad.

¿Qué ha pasado, pues? Primeramente, se creyó que lo que podría fallar era la protección. Aunque el personal cumple rigurosos estándares de protección, tienen EPI y mantienen la distancia de seguridad. De esta manera, los epidemiólogos empezaron a pensar que quizás era debido a las transmisiones aerotransportadas por los pasillos del hotel. Se sospecha que uno de los vigilantes se podría haber infectado estando sentado fuera de las habitaciones, en uno de los pasillos. Según recoge la BBC, hicieron estudios y seguimientos de los movimientos que había seguido el vigilante y llegaron a la conclusión que no había hecho nada. Solo respirar y pasear por los pasillos.

Ahora, se ha pedido revisar los flujos de aires que se utilizan en los hoteles usados para pasar las cuarentenas. Las protecciones que hay en los hoteles, funcionan para evitar la propagación de gotas del virus, pero insisten en que también hay que extremar la protección con los aerosoles. Eso podría pasar por necesitar más barreras de protección, mejores mascarillas o bien protectores faciales para los trabajadores.

 

Imagen principal: una persona cumple cuarentena en uno de los hoteles habilitados de Melbourne, Australia / Efe