Se calcula que más de 350 millones de personas en el mundo padecen depresión, según la OMS, y la cifra no deja de aumentar. Esto está provocando que el consumo de antidepresivos en Europa y Estados Unidos se esté disparando. En nuestro continente, la dosis diaria definida por cada 1000 habitantes (DHD) –una forma de medir el consumo– es de 48. Cada vez se prescriben con mayor frecuencia y la comunidad científica no deja de investigar sobre cómo mejorar los tratamientos.

El descubrimiento de que la ketamina anestésica puede ayudar a las personas con depresión severa ha generado esperanzas de encontrar nuevas opciones de lidiar contra la enfermedad. Un equipo de investigadores del Instituto Karolinska de Suecia ha analizado cómo el fármaco ejerce su efecto antidepresivo y las conclusiones se han publicado en la revista Molecular Psychiatry.

Los antidepresivos recetados con más frecuencia, como los inhibidores de la recaptación de serotonina, pueden tardar mucho tiempo en hacer efecto, y más del 30 por ciento de los pacientes no experimentan ningún alivio. De ahí la necesidad de nuevos tipos de antidepresivos con una acción más rápida y un efecto más amplio.

Joven depresión

A diferencia de los antidepresivos clásicos, la ketamina afecta la señalización nerviosa que se produce a través del sistema de glutamato, pero no está claro exactamente cómo ejerce su efecto, aunque cuando lo hace, alivia muy rápidamente los síntomas depresivos y los pensamientos suicidas. Sin embargo, la ketamina puede causar efectos secundarios no deseados, como alucinaciones y delirios, y puede haber riesgo de abuso, por lo que se necesitan alternativas para las personas que lo sufren.

En el nuevo estudio, los investigadores del Karolinska Institutet han demostrado que la ketamina reduce la llamada actividad presináptica y la liberación persistente del neurotransmisor glutamato. “La liberación elevada de glutamato se ha relacionado con el estrés, la depresión y otros trastornos del estado de ánimo, por lo que los niveles bajos de glutamato pueden explicar algunos de los efectos de la ketamina”, asegura Per Svenningsson, profesor del Departamento de Neurociencia Clínica del Karolinska Institutet y último autor del estudio.

Cuando se transmiten las señales nerviosas, la transmisión de una neurona a la siguiente se produce a través de sinapsis, un pequeño espacio donde se encuentran las dos neuronas. Los investigadores comprobaron que la ketamina estimulaba directamente los receptores AMPA, que se sientan postsinápticamente, es decir, la parte de la célula nerviosa que recibe señales y esto conduce a una mayor liberación del neurotransmisor adenosina que inhibe la liberación de glutamato presináptico.

Los investigadores podrían contrarrestar los efectos de la ketamina al inhibir los receptores presinápticos de adenosina A1.

“Esto sugiere que la acción antidepresiva de la ketamina puede regularse mediante un mecanismo de retroalimentación. Es un conocimiento nuevo que puede explicar algunos de los efectos rápidos de la ketamina”, aseguran los expertos.