El verano ha llegado, y con él las altas temperaturas, una circunstancia frente a la que hay que tomar precauciones con los más pequeños. Los bebés y los niños son muy sensibles a sufrir daños por estar expuestos a las altas temperaturas sin cuidado, por lo que es importante prevenir, detectar y tratar a tiempo las posibles afectaciones.

El golpe de calor se produce cuando, como consecuencia de los muchos grados en el ambiente, la persona pierde líquido y es víctima de una deshidratación severa. El cuerpo sufre importantes pérdidas de agua y tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales como la sudoración. Los principales síntomas son los mareos, la visión borrosa, náuseas, dificultad para respirar o taquicardias. 

Tal como explica la doctora Marta de Quixano, Jefa del Servicio de Pediatría del Hospital El Pilar del Grupo Quirónsalud, hay que estar muy alerta con estos síntomas, especialmente en periodos de olas de calor como los que se están viviendo este mes. La experta aconseja que ante la más mínima sospecha de que algún niño ha sufrido o puede estar sufriendo un golpe de calor, "debemos solicitar asistencia sanitaria de manera inmediata y tratar de bajar su temperatura corporal con medidas como beber agua, ventilar la zona donde se encuentre, retirarle de la exposición solar directa".

¿Qué medidas podemos tomar para evitar un golpe de calor?

 

En primer lugar, lo más importante es no exponer a los niños demasiado tiempo al sol directo ni durante las horas centrales del día. Es aconsejable alternar sol y sombra y evitar directamente el sol desde las 12 a las 16 horas. La ropa es otro de los factores determinantes: mejor de algodón y de colores claros. Además, hay que utilizar gorras, sombreros y sombrillas cuando se encuentren bajo su exposición directa.

La doctora Marta de Quixano también recomienda mantener hidratados a los más pequeños durante todo el día. Los niños deben beber más agua y es un error muy común esperar a que ellos la pidan porque tienen sed, ya que esta sensación es ya un síntoma de alerta de nuestro organismo para indicarnos que la deshidratación ha comenzado.

Especialmente, hay que tener cuidado los primeros días de las olas de calor repentinas, ya que el organismo necesita un período para acostumbrarse a la temperatura. Si de un día a otro aumenta rápidamente la temperatura del exterior, aumenta el riesgo padecer un golpe de calor. También hay que tener en cuenta que sufrir un golpe de calor nos hace más sensibles a las condiciones calurosas durante más o menos una semana después, por lo que habrá que evitar especialmente las situaciones de riesgo.

Estos consejos de la doctora Marta de Quixano nos ayudarán a prevenir, detectar y tratar a tiempo los golpes de calor habituales en este periodo del año entre los más pequeños. La especialista recuerda que “los casos más graves ocurren cuando, aun estando con algún síntoma, no hemos tomado las medidas necesarias”, por lo que hay que estar en constante alerta para evitar el temido golpe de calor.